Arrogancia ecologista

A los ecologistas no les gusta el progreso. Tanto es así que un coordinador de un movimiento para salvar bosques se atrevió a felicitar a algunos países subdesarrollados, porque al no tener carros, ni urbanizar, no contaminaban.

A los ecologistas no les gusta el progreso. Tanto es así que un coordinador de un movimiento para salvar bosques se atrevió a felicitar a algunos países subdesarrollados, porque al no tener carros, ni urbanizar, no contaminaban. “Bienaventurados los pobres porque no contribuyen al cambio climático”. ¡Eso dijo!
Las petroleras tampoco les gustan. Y dicen, por ejemplo, que éstas “acechan las junglas más bellas del planeta”. Que el petróleo sirva para mejorar la vida de todos los seres humanos (que no viven precisamente en junglas) parece no interesarles.

Y es que muchos han caído en un fanatismo tal que defienden la supervivencia de ciertas especies con más fervor que las urgencias humanas. Quizá la religión no les convence, y se vuelcan en estas luchas para justificar su existencia.

Con gran arrogancia se sienten superiores a la gran mayoría de los ciudadanos y se adjudican el rol de salvarlos de la desgracia medioambiental que provocan al intentar ganarse la vida con empresas turísticas, industriales o agrícolas. Para librarlos del desastre, les cobran multas y les dicen qué pueden hacer y qué no, qué pueden comer y cuándo, a dónde pueden ir y cómo…
En ese sentido los ecologistas se parecen mucho a los comunistas. Les encanta planificar desde arriba y quitarle la libertad a la gente. Y detestan el capitalismo.

También les gusta manipular con el miedo: el agua se acaba (esto es mentira), el clima cambia (¿y en qué período desde que la tierra existe el clima no ha cambiado?), la contaminación nos mata (¿precisamente ahora, cuando la esperanza de vida es la más alta en la historia de la humanidad?).

Todo esto se mercadea muy bien y sirve de pretexto para crear una burocracia, que no sirve para mucho, pero que logra cobrar para que los “salvadores” logren su sustento y vivan muy bien. Con el dinero producido por aquellos a quienes se la pasan molestando.

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