Desde el año 1987, cuando el entonces presidente de la República Joaquín Balaguer creó la Comisión Nacional para el Medio Ambiente, de la cual formamos parte hasta que fue disuelta en el año 1997 para dar paso a los trabajos congresuales que dieron como resultado que el 18 de agosto del año 2000 se promulgara la Ley Ambiental 64-00, y desde ahí hasta el presente, han sido muchas las evaluaciones de impacto ambiental que han sido realizadas, y cuyas condiciones ambientales en algunos casos no han cambiado, en otros casos han empeorado, y en muy pocos casos han sido resueltas, pero la mayoría de esas investigaciones se mantienen dispersas y olvidadas, siendo este un momento adecuado para retomar esos trabajos, actualizarlos, y estudiar áreas hasta ahora no estudiadas, y con toda esa información actualizada elaborar un atlas de contaminación ambiental para iniciar cuanto antes la recuperación de las zonas más contaminadas.

Este atlas sería muy importante porque es mucho lo que a diario se debate en el país sobre zonas contaminadas, sobre las principales fuentes de contaminación y los diferentes tipos de contaminación, pero mientras el país no cuente con una cartografía detallada que nos indique donde se concentran los principales focos de contaminación ambiental, cada tipo de contaminación (bacteriológica cloacal, química industrial, lixiviados de vertederos, gaseosa vehicular o industrial, o particulado fino operacional), así como cada fuente generadora de contaminación, y el sector que la produce, ya sea el urbano, el industrial, el pecuario, el agrícola, el minero o el hotelero; y la extensión territorial de esa contaminación, gran parte de la discusión podría caer en el terreno de la especulación, en la tergiversación y en la desinformación.

Y es que cuando no hay suficientes datos sobre la magnitud de un problema ambiental y sus causas, cada ciudadano se siente en libertad de “opinar con la autoridad que le dan sus derechos a la libre expresión”, aunque su opinión no tenga una sólida base de sustentación, lo que muchas veces convierte el debate ambiental en un debate casi deportivo, donde para opinar basta con ser simpatizante de cualquiera de los equipos que participan en un torneo, con la particularidad de que muchos fanáticos terminan cuestionando las decisiones de los jugadores profesionales que están en el terreno de juego.

El país no debe, ni puede, seguir discutiendo sus problemas ambientales sobre la base de creencias regionales protagonizadas por personas inexpertas en determinados temas, ni sobre suposiciones hidrogeológicas absurdas como la de que el agua subterránea podría subir 200 metros a través de rocas volcánicas impermeables para contaminar la superficie, porque ¿cómo es posible que si usted estaciona su auto en el sótano de la torre donde usted vive, alguien que vive en el piso 20 diga que las filtraciones en su techo se deban a que usted estaba lavando su auto en el sótano?, si sabemos que el agua baja por efecto de la gravedad, pero no sube, excepto por bombeo; pero si dispusiéramos de un atlas de contaminación la gente podría entender mejor la discusión. De igual modo, en el pasado reciente hemos escuchado argumentos tan insólitos como el de que una explotación de roca caliza en el batey Gautier de Boca Chica contaminaría las aguas subterráneas del campo de pozos de Brujuelas-Casuí, que abastece al acueducto de Boca Chica (campo de pozos que había sido ubicado allí en base a un profundo estudio hidrogeológico realizado por nosotros por encargo de la CAASD), sin percatarse que el campo de pozos está ubicado al norte de la explotación minera ; y que allí el gradiente hidráulico fluye en sentido norte-sur, y que, como el agua no corre para atrás, es absolutamente imposible que se devuelva para el norte en contra de las fuerzas de la gravedad; pero un atlas de contaminación hubiese sido la solución a la discusión.

Para la elaboración de este atlas se requiere del concurso de todos los sectores, incluyendo las universidades que desarrollan tesis de investigación sobre diferentes tipos de contaminación, las empresas especializadas en la consultoría ambiental, las instituciones del sector agua potable y saneamiento, como la CAASD, el INDRHI, el INAPA, CORAASAN, EGEHID, y las CORAS; las empresas especializadas en la ejecución de pozos para agua y sondeos geotécnicos, las alcaldías, la Liga Municipal, la Federación Dominicana de Municipios, el ministerio de Obras Públicas y el de Industria, Comercio, bajo la dirección, coordinación y supervisión del ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Ojalá que este atlas se haga realidad para beneficio de nuestra sociedad.

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