I.- La referencia a la edad para arrinconar

1.- La salida vivo, de un ser humano, del vientre materno adquiere significación en el seno de la sociedad, y el tiempo que vive incide dependiendo de la interconexión del medio ambiente y los modos de vida. La edad es tomada en cuenta en las relaciones amorosas, familiares, comerciales, políticas y de otra índole. Los ciclos de vida resultan, a veces, de suma importancia en las decisiones que se toman con respecto a un ente social cualquiera.

2.- Los años llegan a ser utilizados conforme la conveniencia de quien haga uso de la palabra edad, por lo que hay que saber en el contexto y la oportunidad en la cual de ella se hace referencia, ya sea para identificar a una persona en la juventud para halagarla, o en la ancianidad para fastidiarla. El intervalo entre la llegada al mundo de los vivos y la ocasión en que es tomada en cuenta la edad, tiene un papel importante dependiendo de los intereses en juego.

3.- La edad en el accionar político es utilizada como un medio para poner por las nubes a alguien, lo mismo que para mortificarlo; piropearlo o denigrarlo. Hacer mención del tiempo que tiene de vida aquel a quien se quiere dañar, constituye un mecanismo ideal en el proceder de quien goza desacreditando a su adversario. Al hablar de joven o viejo se procura hacer sentir bien el estado de ánimo, o hundirlo en la tristeza.

4.- Ante la imposibilidad de superar en buena lid a los contrarios, se recurre al menosprecio tomando la edad como limitante, y así desconsiderarlos presentándolos como ancianos que ya no controlan su voluntad porque los años les han privado de tomar decisiones con conocimiento de causa.

5.- Algunos, de mala fe, quieren presentar la llegada a la tercera edad como desdicha, calamidad, desventura e infortunio, todo con el fin de poner al que la alcanza como desgraciado, desafortunado y azaroso. Al dichoso de contar con ochenta o noventa años de existencia, le quieren hacer sentir como que le ha caído encima la mala suerte, que está acompañado de lo funesto, nefasto y fatídico.

6.- Al colocar los años que ha vivido una persona como una reducción de su capacidad, se procura hacerle creer que ha descendido, que está en decadencia, que ha perdido la agilidad mental que exhibía cuando joven, y llegue a formarse la falsa idea de que sus muchos años de vida la han menguado convirtiéndola en insignificante.

7.- Colocándole la vejez como algo dañoso, se quiere convencer a alguien de que llegó a su final, que su mente no funciona normalmente y que, por tanto, ya no puede hacer uso de su inteligencia; que ha perdido el sentido de la razón porque su cerebro está agotado por el uso. En lugar de ver el tiempo como signo de ejercicio intelectual enriquecido, se trata de hacerlo ver como símbolo de decadencia.

8.- Argumentar los muchos años que vive un individuo como muestra de desgaste; que va de capa caída y se ha venido abajo, es presentarlo como un blandengue que ya ha perdido la fortaleza, el vigor, la resistencia de que era dueño, para de ahí sacar la conclusión de que está agotado, que demuestra flojedad, que su debilitamiento lo lleva a la falta de carácter, a la ausencia de visión, a la inseguridad y a ser vulnerable.

II.- El dirigente político y la edad
9.- Cuantas veces se busca quitarle vigencia a un veterano dirigente político, cada acto suyo es sometido a la crítica, y se le pone como argumento la edad. En las discusiones de carácter político, escenificadas entre un adulto y un joven, este último, cuando su análisis carece de solidez y base de convencimiento, acostumbra a argüir que su adversario está desfasado, que su tiempo de razonar correctamente ya pasó.

10.- El militante que ha hecho del accionar político su actividad habitual, aunque proceda correctamente ejecutando las tareas puestas a su cargo por la organización a que pertenece, una vez llega a la tercera edad su labor política es cuestionada por sus jóvenes compañeros. No basta con actuar como es debido, como corresponde, en la forma correcta, porque los años van a ser sacados en contra del veterano político señalándolo como desencajado, descuadrado, que está fuera de tiempo.

11.- En la actualidad, en lugar de ser bien valorado el ejercicio de varios años en la política actuando con apego a la ética y a la decencia, se quiere hacer creer que es una maldición para aquel a quien se le lanza el anatema de “ya tú estás muy viejo para opinar”, para que se crea que le llegó la hora de irse a cuidar sus nietas y nietos. El ambiente político dominicano es ideal para el maldiciente, criticón y murmurador que habiendo llegado recientemente a la política procura quitar del medio a quien ha hecho de la política la razón de su existencia.

12.- Cree hacer política de altura el pernicioso que se siente a gusto opacando a los que han estado en la brega política durante la mayor parte de su existencia, aplicándole en forma despectiva el término anciano político al luchador social que desde su adolescencia abrazó la actividad y la ha seguido con honradez hasta llegar a ser longevo.

13.- Aquellos que no han aportado a la lucha social y política con desprendimiento, y ahora se han integrado a ella en busca de beneficios, son los mismos que someten a crítica malvada la edad de los que en cada coyuntura histórica han estado donde lo exigen las circunstancias. Haber perdurado, resistir sin importar las consecuencias, y todavía en la vejez seguir batallando es demostración de firmeza y coherencia. La llegada a la tercera edad estando en el accionar político es demostración de que las ideas siguen jovencitas en el cerebro, en plena mocedad, en la flor de la vida.

14.- El hecho de querer reducir a la nada, restarle validez a lo que hace en la política una mujer o un hombre de ochenta, noventa o cien años de edad, no es más que pura mezquindad. Sin importar los años que ha vivido, hay que exaltar a aquel que siendo un púber optó por hacer causa política desinteresada; escogió la línea de la justicia, seleccionó la liberación de los oprimidos, y todavía un anciano se mantiene honrando las ideas que lo han entusiasmado.

15.- Es querer ocupar espacio político sin esfuerzo alguno, llevar desaliento, crear abatimiento, inducir a la desmoralización a quienes sin importarles su avanzada edad se mantienen actuando en el debate. Aquí se ha hecho algo común que los que llegaron tarde a participar en la contienda por la solución de los problemas del país, ahora quieren escalar instalándose en el lugar de la persona que ha dedicado su vida a la política. Hacer salir, echar a los meritorios de ayer y de hoy, es querer hacer caso omiso a lo por ellos construido, presentándoles como desvalidos de la política.

16.- Con el fin de restarle valor al historial de lucha política de una persona, se utilizan diferentes métodos. Así, por ejemplo, tirar la especie de que ella se ha desviado, que perdió la ruta que había tomado desde siempre, y que por su ancianidad está desorientada, llegando al desvarío ideológico total y que, por tanto, lo que conviene es jubilarla, arrinconarla para que se esté tranquila, sacándola así de toda actividad.

17.- En nuestro país, actualmente hay miles y miles de mujeres y hombres que han llegado a la tercera edad accionando en la política y siguen con sus convicciones ideológicas tan arraigadas como cuando las abrazaron en su juventud. Ellos sirven de ejemplo por su apego a las ideas que han dedicado su existencia; son paradigmas de los que van a la política a luchar por la materialización de sus ideales a los que se inclinaron y defienden con cariño, convencimiento y decisión.

18.- El hecho de una ciudadana o un ciudadano cargar encima una gran cantidad de años, y continuar demostrando fidelidad a la lucha que hizo suya en su niñez, es prueba de que su accionar político ha sido y es verdadero, creíble, digno de fe; es demostración de que la longevidad no impide ser auténtico, sin importar el periodo histórico vivido; ser genuino luchador político y social en la juventud y en la vejez.

19.- En lugar de hacerle mofa por el tiempo vivido, el político que se mantiene firme con sus creencias merece respeto y distinción. En un ambiente como el nuestro en el cual muchos reniegan a los principios que decían honrar, ser coherente, estar en el mismo puesto de lucha en todas las épocas, en lugar de chanzas, mofaduras, de lo que se hace es digno de aplausos. Procede batir las manos para aplaudir a los que sin importar los años encima se conservan como ayer prestigiando la política con su presencia.

20.- Estar desde jovencito en la política y mantenerse en ella en la misma línea sin estar chalequeando, ni adoptando posiciones acomodaticias como un chaquetero cualquiera, es signo de convicciones, de estar apegado a una doctrina, honrar una ideología sin importar la edad. Para mantenerse hoy como ayer; en el presente como en el pasado; en la juventud como en la ancianidad; y jurar ahora, dar la palabra de que se compromete a serle fiel a sus ideas sin importarle la edad, es evidencia de que los años no cuentan en la política. Lo que importa son los principios que han echado raíces en el cerebro y ahí están establecidos, cada día más condensados.

21.- Convierte a la persona en un ser organizado, observador y sumamente ágil, el tiempo en la actividad política ejecutada con base en principios ideológicos y con seriedad, presto para analizar concienzudamente un fenómeno social. El hecho de hacer de la política una labor habitual lleva al político a conocer las interioridades de los problemas que se puedan presentar en el medio donde opera. Los muchos años en el quehacer político, en lugar de perjudicar, favorece, porque la dedicación, la continuidad hace posible despabilar y desempeñarse conforme mandan las circunstancias. Ser avistado, agudo, perspicaz se adquiere con el transcurrir de los años en la vida política.

22.- La realidad nos dice que las tímidas libertades de que disfrutamos dominicanas y dominicanos, están ligadas al quehacer, al batallar político de muchos de los que hoy están en la tercera edad y siguen ahí, apegados a sus ideas sin importarles los años transcurridos.

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