Para Andrés y Chu, con afecto

Por sus trayectorias democráticas y servicios al país, Andrés Bautista y Jesús Vásquez deben ser protagonistas de primer orden del alumbramiento que inicia en el PRM, como parte de la renovación que le demanda la sociedad a los partidos.

Por sus trayectorias democráticas y servicios al país, Andrés Bautista y Jesús Vásquez deben ser protagonistas de primer orden del alumbramiento que inicia en el PRM, como parte de la renovación que le demanda la sociedad a los partidos.

Los partidos, todos, padecen tal esclerosis en su funcionamiento estructural y presupuestos políticos, que lucen desconectados de la sociedad e incapaces de parar esa guagua en reversa -lo canta Juan Luis Guerra- en que los gobiernos del PLD han convertido al país.

En los últimos años anduve en el PRD y en el PRM viendo las asambleas repletas de cabezas blancas de meritorios y firmes dirigentes, que sin embargo, han devenido en techo del liderazgo de relevo.

Hijos, sobrinos y nietos de los dirigentes son profesionales con estudios de post grado y figuras con presencia y liderazgo en sus comunidades, que no les vale para ascender en sus partidos.

Pero la congelada nómina del liderazgo partidario empezó a resquebrajarse en el PRM, en el que, cual polluelos, los jóvenes dirigentes quiebran los huevos que los incubaron para emerger al primer plano político.

Es un proceso irreversible que no va contra Andrés ni contra Chu y cuya influencia irradiará a todo el sistema político, porque la sociedad ha cambiado, pero los partidos no.

Paliza y Carolina Mejía y otros jóvenes aspirantes, son excelentes candidatos a ser la cara del PRM de los nuevos tiempos.

Y jóvenes dirigentes como Emmanuel Bautista, graduado en Administración de Empresas, hijo de Andrés, o Diandra Vásquez, economista y comunicadora, hija de Chu, han de ser los nuevos interlocutores del PRM ante esta cambiante sociedad.

La biblia predica que hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo, y éste es el tiempo de la renovación en unidad en el PRM, y qué bueno que apoyada por los principales líderes del partido.

Ni Andrés ni Chu se merecen pretendidas defensas cuestionando que Abinader e Hipólito impongan decisiones que vulneran la democracia partidaria, cuando al respaldar a otros dirigentes lo que hacen es ejercer su derecho a elegir, pues ya antes eligieron a Bautista y a Vásquez para ejercer las posiciones a las que aspiran a reelegirse.

No se los defiende alegando que la hija del manager no garantiza arbitraje neutral, justo cuando Andrés y Chu son a la vez presidente y secretario general, y también candidatos, lo que no daña la democracia interna garantizada por la madurez y responsabilidad de los integrantes de la Dirección Ejecutiva y la Comisión Nacional Organizadora de la Convención.

Las figuras descollantes de Andrés y Chu están por encima de escarceos tan pequeños e infundados. Sus candidaturas a repetir son más bien resistencias inicialmente naturales. Nadie los rechaza ni puede dejar de sentir la admiración y afecto que expreso por ambos, como a ellos les consta.

Pudieron ser otros, pero son ellos los que parecen interponerse a la renovación en unidad que se abre paso, y que en la medida en que se asienten las aguas se tornará en fuerza indetenible, por ser futuro.

Andrés y Chu son dinámicos sembradores a quienes debemos parte de la buena cosecha del liderazgo de relevo.

Y bien podrían ser orientadores de la gerencia moderna y colectiva con que se han comprometido José Ignacio, Carolina y otros dirigentes.

Como presidente fundador y presidente ejecutivo, cual se ha planteado, Andrés y Chu podrían ser parte de la nueva dirección, cumpliéndose así la aspiración peñagomista de hacer sinergia, suma de fuerzas, con la energía y la experiencia de lo mejor de lo nuevo, y lo mejor de lo viejo.

No hay que dejarse confundir por quienes, por interés político o por no advertir el fondo de lo que se mueve en el PRM, califican de involución lo que es evolución.

Lucen preocupados o no entienden los escarceos que ocasiona la competencia democrática en el PRM, en un país en el que una treintena de dirigentes del Comité Político del PLD se ensucian en los pilares de las instituciones democráticas, y el Gobierno fabrica un expediente de mierda (perdonen el lenguaje trumpiano), ante la más grande estafa cometida jamás en contra del pueblo dominicano.

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