Aquella conocida parábola que llama a no echar vino nuevo en odres viejos no es solo válida para el mundo cristiano, sino también para la vida política. Nuevas estructuras partidarias pueden envejecer muy rápido si no son capaces de marcar la diferencia respecto a prácticas partidarias tradicionales. Este podría ser el caso del PRM, que tiene aún el reto de convencer a los dominicanos de su novedad. Con su XVIII Convención Nacional Ordinaria tiene la oportunidad de hacerlo. Hasta ahora el principal partido de oposición se percibe como una organización de vejez prematura, pues ni su discurso ni su accionar desde el Congreso y los ayuntamientos han sido distintos. Es por ello que a pesar de la pérdida de apoyo del partido oficial, esta organización no ha tenido un crecimiento importante en la simpatía popular.

La convención perremeísta se desarrollará en un contexto delicado para el sistema político, pues es evidente el creciente deterioro de la credibilidad de los partidos dominicanos. La última encuesta Barómetro indicó que por primera vez en el país la simpatía partidaria se colocó por debajo del 50% de los encuestados. Por otro lado, que los partidos son las instituciones de la democracia con más bajo nivel de confianza (20.4%). Para revertir esta situación se requerirá de partidos modernos, con una clara definición ideológico-programática, con vocación para la rendición de cuentas y el ejercicio efectivo de la democracia interna.

Los partidos que no están dispuestos a ser diferentes están condenados a su desaparición. El PRM ha dado pasos importantes en la consolidación de su estructura nacional y en la conformación de su padrón electoral. Sin embargo, su democracia se pone a prueba con la convención del 18 de febrero, donde sus militantes deberán escoger entre más de 40 mil candidatos. Para ello será importante la confianza en la comisión organizadora y la capacidad para organizar con eficiencia su proceso interno. Lo primero está garantizado, aunque lo segundo está por demostrarse dada la complejidad de esas elecciones.

Otros factores tienen que ver con la posibilidad de llevar a cabo una competencia que permita el ejercicio libre del voto de los miembros y que dé oportunidad al liderazgo relevo. La posición asumida por los dos principales líderes del PRM aparece ante la opinión pública como un acuerdo-reparto sobre la presidencia y secretaria general de ese partido. Eso no solo influirá en la dirección del voto, sino que se constituirá en el germen de un conflicto interno que brotará con mayor fuerza en el proceso de selección de candidaturas para los comicios del 2020.

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