Una de las grandes fortalezas de los gobiernos del PLD es la debilidad y la falta de orientación clara de la oposición. En el país no hay una real oposición política, lo que existe es un grupo de partidos que están fuera del gobierno y que viven dando tumbos haciendo críticas sin fundamento, sin elaborar y desarrollar una estrategia clara de oposición.

Y es cierto que tanto en el Congreso como en los ayuntamientos hay muchos representantes del PRM y del PRSC, es decir, gentes de oposición, pero ninguno de ellos se diferencian de los del PLD y el gobierno. No hay un solo representante de la oposición que esté jugando realmente un papel opositor.

Los llamados partidos de oposición están en una situación tan crítica en su accionar, que ni siquiera han sido capaces de aprovechar la difícil realidad que vive el PLD con el enfrentamiento entre Danilo y Leonel.

El PRM es una organización que no tiene identidad propia, no se sabe lo que es ni lo que busca. Y ahora mismo está en una difícil situación con una especie de guerra fría entre sus dos principales líderes, Luis Abinader e Hipólito Mejía. Abinader, un líder joven con muchas posibilidades de emerger como opción alternativa, no ha sabido manejar su condición de líder.

Hipólito es un hombre con mucho carisma y empuje político, pero es un líder fuera de tiempo, un hombre con más de 70 años que no maneja los problemas de la modernidad y que tiene limitaciones para entender la dinámica de esta nueva sociedad.

Como diría Joan Manuel Serrat, el PRM es una especie de “barquito de papel, sin nombre, sin patrón y sin bandera, navegando sin timón, donde la corriente quiera”. El PRM no se ve como opción diferente ante los graves errores que ha cometido el PLD.

Hasta este momento, el PRM no ha hecho un solo planteamiento preciso como partido de oposición que dé una imagen de que si ganara las elecciones, gobernaría de manera diferente.

En el caso del PRSC y los demás partidos minoritarios de oposición, ahora mismo son simples enclaves para negociar un mejor pedazo del pastel electoral.Lamentablemente ninguno ha podido levantar una consigna, un programa, una acción diferenciada.

Y en el caso de la marcha verde, que pareció ser una especie de opción alternativa, también perdió las perspectivas y hoy no sabe ni lo que es, ni lo que busca, ni lo que va a hacer.

Ante la realidad de un PLD que se mantenga unido, este 2018 parece ser un año donde nuestra oposición política continuará transitando la misma ruta de ineficacia y falta de perspectivas, que le han permitido al PLD haber comido con su dama de manera fácil en los últimos seis torneos electorales. Y todo apunta que para el 2020 se repetirá la historia.

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