El sexo como eje de opresión. Sí, el sexo (I)

Si usted decidió leer este artículo pensando que será algún recuento picante, permítame informarle que se guayó medio a medio. Aquí hablaremos sobre teorías y leyes: dos temas que se encuentran en un combate mortal para decidir cuál de los dos es el menos erótico (ambos están ganando).

Si usted decidió leer este artículo pensando que será algún recuento picante, permítame informarle que se guayó medio a medio. Aquí hablaremos sobre teorías y leyes: dos temas que se encuentran en un combate mortal para decidir cuál de los dos es el menos erótico (ambos están ganando).

En este seriado hablaré del sexo biológico. Fundéu define el feminicidio como “el asesinato de una mujer por razón de su sexo”. Algunas de las maneras en que el sexo de las mujeres y niñas es utilizado para oprimirlas son: la violencia obstétrica, los matrimonios infantiles, los abortos clandestinos y/o forzados, los despidos por embarazos, la esterilización forzada, entre otros. Esto es teoría feminista y expandiremos este punto en el próximo artículo del seriado.

Ahora hablemos sobre leyes. La Constitución no contempla el sexo como factor de opresión, lo cual es extremadamente preocupante. Sólo habla de género. En su Artículo 39, garantiza el derecho a la igualdad “sin discriminación por razones de género, color, edad, discapacidad, nacionalidad…”.

Ignorar el sexo como eje de opresión y sustituirlo por género entra en conflicto con el Anteproyecto de Ley de Identidad de Género (el nombre político es “Anteproyecto de Ley General de Igualdad y No Discriminación”). Tengo entendido que Procuraduría insiste en centrar la identidad de género como espina dorsal del Anteproyecto, pero no entiendo por qué atar una legislación tan importante a un concepto tan controversial. Este acápite abre brechas legales perniciosas y representa una caja de pandora revoltosa; llena de trabas e inquietudes complicadísimas.

Esta nueva conceptualización propone que el género no es ninguna construcción social, jerárquica e impuesta, sino que es simplemente una creencia individual. Ahora pregúntese usted, si ignoramos el sexo como eje de opresión de mujeres y niñas, asumiendo que sólo existe el género y decimos que el género es una decisión personal, ¿no estamos diciendo que las mujeres y niñas son las que deciden ser oprimidas y discriminadas? Piénselo, por favor.

¿Cómo sabemos que este es un Anteproyecto de Ley de Identidad de Género? Por el extremo cuidado con que trata este punto y la negligencia con que trata otras cuestiones. Por ejemplo, las desigualdades y discriminaciones que afectan mujeres y niñas.
Recientemente, una versión final del Anteproyecto fue enviada a diversas instituciones. Esta versión no menciona la misoginia (contrario a otras formas de discriminación como la xenofobia, el racismo y la homofobia que sí menciona) y coloca el sexismo como algo subjetivo y abierto a la interpretación (contrario a otras formas de discriminación consideradas objetivas). Cabe resaltar que las mujeres y niñas constituyen más de la mitad de la población dominicana: la laguna tiene que ser bastante pronunciada, para ignorar un segmento demográfico de tal magnitud.

Esta versión final fue enviada a esas instituciones para que todo el mundo lea el título bonito y aplauda sin pensar demasiado.
Sentarse a revisar el Anteproyecto y hacer sugerencias no es bienvenido. ¿Cómo lo sé? Porque yo misma realicé unas anotaciones feministas, señalando brechas fundamentales en el marco ideológico del Anteproyecto y la representante del equipo redactor reaccionó acusándome, a título personal, de comulgar con “conservadores, reaccionarios y ultrareligiosos”. Si fuese cierto, esto aparentemente representaría un crimen macabro en la mente de la redactora. Me disculpan (no soy abogada), pero el contraargumento sensato es que, en una sociedad democrática como la nuestra, incluso ellos tienen todo el derecho a opinar sobre políticas públicas. Supongo también que, si yo fuese una persona conservadora, esa reacción hostil sólo incrementaría mi interés en el Anteproyecto, ¿verdad?

Me preocupa este extraño nivel de autoritarismo, intolerante y prejuiciado, ya que desencaja en un Anteproyecto que alega predicar todo lo contrario. Es como si hacer preguntas sobre políticas públicas representase una intromisión inoportuna y estuviese prohibido. Ay, pues qué pena, porque yo tengo muchísimas preguntas. Sugiero que prestemos más atención al Anteproyecto.

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