Retomar el camino

A muchas personas les sucede que, casi de manera imperceptible, cambian sus patrones de vida y conducta. De pronto, sin darse cuenta su forma de ser y actuar no es la misma, pero ellos son los últimos en notarlo.

A muchas personas les sucede que, casi de manera imperceptible, cambian sus patrones de vida y conducta. De pronto, sin darse cuenta su forma de ser y actuar no es la misma, pero ellos son los últimos en notarlo.

Hemos tomado un camino distinto, y solo nos damos cuenta cuando las personas que antes eran nuestros amigos se comportan de manera indiferente y hasta nos ignoran. Nos molestamos con ellos y en principio no sabemos que solo están reaccionando, que nos están respondiendo, pues nos hemos convertido en otros.

Actuamos de forma diferente, tratamos a los demás de manera distinta, y los demás responden en consecuencia.Si el camino que tomamos no fue el mejor, eso se verá reflejado en nuestra conducta y en nuestra convivencia con los demás.

Desviarnos de la senda que llevábamos antes, nos llevará a perder muchas cosas en el camino, comenzando por la esencia de nuestro ser y con ella el afecto de las personas que antes nos amaban.

Lo que no debemos hacer nunca, es olvidar quienes somos, porque al hacerlo estaremos olvidando a todos los que han contribuido en nuestra formación, y más aún estaríamos renunciando a sus consejos y a su cercanía.

Nos encanta reclamarle al otro. Nos sentimos con derecho a pedirle explicaciones sobre sus cambios de actitud, pero nunca nos detenemos a mirar dentro de nosotros, a escuchar la dureza de las palabras que utilizamos para dirigirnos a nuestros semejantes. No nos detenemos a pensar en el malestar que le causamos a nuestros seres queridos cuando los tratamos con indiferencia. Juzgamos a los otros, porque ahora nos tratan de forma diferente, porque ya no nos buscan, no nos llaman para compartir sus cosas, pero ya no recordamos cuándo fue la última vez que nosotros los llamamos, solo para decir “hola” y saber cómo estaba. Ya no sabemos cuándo fue la última ocasión en que los visitamos, solo para darles un abrazo o pedirles que nos abracen.

Aunque ciertamente, a veces las personas cambian con nosotros por razones que desconocemos o por causas que no hemos provocado, en muchas otras ocasiones el cambio de quienes nos aman, es provocado por nosotros, porque cambiamos primero, lastimamos sentimientos, herimos con nuestra indiferencia y después nos negamos indignados a que se nos pague con la misma moneda.

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