De los jóvenes de hoy y su nueva Catedral (1 de 3)

Cuando José Mármol, Jochy, para los que fuimos sus alumnos, producía su programa televisivo Conversación en la Catedral, nunca pude imaginar la grandeza que encerraba lo que parecía ser un simple título y, en honor a lo que se encierra en este nominativo, me atreví a mezclar estas ideas en un gris de esperanzas.

Cuando José Mármol, Jochy, para los que fuimos sus alumnos, producía su programa televisivo Conversación en la Catedral, nunca pude imaginar la grandeza que encerraba lo que parecía ser un simple título y, en honor a lo que se encierra en este nominativo, me atreví a mezclar estas ideas en un gris de esperanzas.

Pude haber iniciado este artículo diciendo que las diferencias entre lo Románico y lo Gótico se expresan en que los muros reforzados por contrafuertes y, sin ventanas del Románico, fueron sustituidas por las paredes convertidas en amplios ventanales en lo Gótico, o que la Bóveda de medio cañón fue sustituida por la bóveda de crucería, o quizás, simplemente decir que se ha pasado de la simplicidad a la abundancia en la decoración.

Todo lo antes afirmado obedece a las estrategias utilizadas por la Iglesia para convertir sus espacios, más que en una obra de perfección técnica en una finalidad educativa, cuyo propósito era impresionar a los fieles e incitarles a que se sientan más cómodos en estas combinaciones de fe y arte, que en sus propias casas.

¿Será que hoy esas obras de arte no están entusiasmando tanto a los feligreses? O simplemente, las catedrales parecen no ser aquel espacio en donde los matices de colores de las grandes vidrieras dejan entrar la luz para que nos cuenten historias de la Biblia.

Recurriendo a la Historia Contrafactual que, aunque carece de cientificidad, nos da los insumos para analizar hechos, creo haber encontrado la explicación a la poca tendencia de estas generaciones líquidas de entrar al redil de la fe: la catedral ha sido cambiada. Hoy tiene el nombre mercadológico de Mall. Los diseños técnicos de estas Plazas Comerciales han sustituido las intenciones estéticas de las viejas catedrales para dar paso a las nuevas, a las utilitarias, a las del consumo, a las del vitrineo, a las del exhibicionismo y del supremasismo, dado que no son asequibles a todas las estructuras de la sociedad y solo crean sesgos para clasificar a los seres humanos más allá de su condición de Personas Humanas.

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