Muchos asuntos penden en la agenda pública criolla. Unos más prioritarios requieren acciones inmediatas. Otros, iniciativas de desarrollo gradual, pero sostenido, de modo que no haya marcha atrás y se alcancen los propósitos.En esa última categoría habría que considerar los procesos perturbadores en la prestación de servicios esenciales, como la salud. De manera casi permanente durante el año que finaliza la inestabilidad fue el elemento más significante en ese sector.

Siendo el servicio médico público tan importante para la mayoría de la población, que es la de más bajos ingresos, esa situación no debe continuar prolongándose en el tiempo.

Los responsables de cumplir la misión del Estado en este campo, que son por un lado los servidores asalariados, en particular los médicos, y las autoridades que rigen la Salud Pública, están obligados a encontrar las vías conducentes a la solución de los conflictos.

Para que así ocurra debe existir disposición de esas partes. Los médicos, obligados por un contrato a brindar sus destrezas a los pacientes, y las autoridades, que tienen el mandato de la ley y la obligación moral de hacer lo necesario para que el sistema de salud funcione adecuadamente, tienen que encontrar los medios que permitan llegar a acuerdos.

La disposición del nuevo presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD) de ir al diálogo con una actitud concertadora es un buen indicador de que podría llegar a entendimientos razonables con las autoridades de Salud. Aunque dice que va con ese ánimo, pero que si hay que ir con el “flu” de lucha igual lo haría. Preferimos el primer temperamento, que debe ser el mismo de las autoridades del ministerio de Salud.

Deben dejarse las irracionalidades que tanto daño han hecho a los servicios públicos de salud. No hay razones para que un tema como éste siga pendiendo sobre la vida nacional. Médicos y autoridades deben establecer bases ciertas para que la norma sea el trabajo y no el conflicto dañino que todos repudiamos.

El diálogo puede brindar soluciones si las partes están imbuidas de una disposición constructiva por el bien de quienes dependen de los servicios hospitalarios.

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