Shaat expresó su alarma por el triunfo de Hamás, señalando que sólo Al Fatah puede garantizarle al pueblo palestino la continuación del proceso de paz “y lograr un acuerdo definitivo con Israel”. Un acuerdo que en su opinión Hamás no lo podrá conseguir nunca por sus posiciones políticas.

“La negociación, no el enfrentamiento, es el camino. Si no apuestan por la negociación no gozarán del apoyo internacional”, dijo. “Al Fatah creó la organización para la Liberación de Palestina, la Autoridad Nacional Palestina y el sistema judicial.

Y sólo Al Fatah puede conseguir ayuda exterior y reducir el desempleo. Tenemos experiencia, generaciones jóvenes y somos un partido secular”.

Elecciones

En los días siguientes a las elecciones palestinas, los jóvenes milicianos de Al Fatah amenazaron a los líderes de la organización y de la ANP si llegaban a aceptar el ofrecimiento de Hamás de integrar el nuevo gobierno.

Debido a su renuencia a negociar con Israel y darle seguimiento a la Hoja de Ruta, que patrocinaban Estados Unidos, Rusia, la Unión Europa y la ONU, las naciones occidentales han condicionado el mantenimiento de la ayuda a la nueva autoridad palestina surgida en el 2003.

La obstinada negativa de los grupos radicales palestinos de negociar un tratado de respeto mutuo con Israel es hoy en día la fuente principal de inestabilidad en esa región.

El hecho de que Tel Aviv negociara con la ANP un acuerdo es una prueba contundente de su reconocimiento a la formación de un estado palestino. Pero es obvio que eso sólo podrá sostenerse si los líderes de la Mukata reconocen a su vez el derecho de los judíos a existir como nación.

La mayor parte de los países árabes así ya lo reconocen e incluso dos de ellos, Jordania y Egipto, tienen relaciones diplomáticas plenas y formales con el estado hebreo.

El dirigente palestino dijo al diario español El País: “Este movimiento se encuentra donde estábamos nosotros hace 35 años”. Y recalcó que “ahora no es posible un acuerdo con Hamás si no abandona la violencia, se suma al
proceso de paz y promueve un estado secular. Podemos alcanzar la paz con ellos, pero no integrarnos en una coalición”.

El problema radica en la imposibilidad de los moderados de desmantelar las milicias de Hamás y la Yihad Islámica. Shaat refirió que para lograrlo se requerían de tres factores: “Primero tenemos que reconstruir las fuerzas de seguridad, disponer de más armas y munición y planificar un mejor entrenamiento de la policía y el ejército. Esto llevará tiempo.

En segundo lugar, tenemos que desarrollar la economía palestina y reducir el paro, que alcanza el 65%, para que la gente no se sume a Hamás y Yihad Islámica. Con empleos, se unirían menos a la resistencia.

Y el tercer factor es que esos grupos no desean sumarse al proceso de paz. Se necesitaría mucho tiempo para que
estos tres requisitos se cumplan”.

En las siete décadas transcurridas desde la aprobación en noviembre de 1947 por la Asamblea General de Naciones Unidas de la partición de Palestina tras la salida del mandato británico, iniciado con la caída del imperio otomano al final de la Primera Guerra Mundial, los israelíes han podido vencer la hostilidad de sus vecinos y construido el sueño de la vuelta a Sión, que puso fin a la dispersión del pueblo judío tras la destrucción del Segundo Templo por los romanos.

En todo ese tiempo, los palestinos pudieron hacer lo mismo y hoy fueran también una nación próspera coexistiendo en un clima de paz y colaboración con sus vecinos. Ojalá no tengan que esperar otros 70 años para alcanzar su sueño.

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