Cuando la tecnología causa distanciamiento entre los miembros de la familia, las consecuencias pueden ser muy negativas, llegando a dañar la comunicación entre ellos

Viviendo en la era de la comunicación, paradójicamente, es cuando la familia menos comunicada está, porque sus integrantes se la pasan conectados a celulares o tabletas, o bien jugando a través de videoconferencias con amigos, a veces, situados a cientos o miles de kilómetros de distancia.

Y es que la tecnología, aun siendo una herramienta útil y eficaz, que en muchos órdenes ha venido a simplificarnos y a eficientizar nuestro sistema de vida, si no sabemos darle un buen uso puede aniquilar por completo la comunicación y el acercamiento familiar.

La inmersión de grandes y chicos en esos fabulosos aparatos que nos transportan a tantas fuentes de conocimiento y nos conectan con quienes queremos con tan solo pulsar una tecla, se está convirtiendo en algo adictivo, al punto de que si no se ponen reglas se convertirá en nuestro principal enemigo. Las normas deben implementarse a la vez que se explica el porqué.

Pero ojo, la tecnología per se no es dañina, el uso que le demos determinará si la influencia que ejerce en nuestro entorno familiar será negativa o positiva. Constructiva o destructiva.

Para edificarnos sobre el tema, entrevistamos a la doctora Iris Bello Castillo, Psicóloga Clínica, Jurídica y de la Salud, Psicoterapia, Mindfulness y Psicología Positiva.

¿Cómo ha venido a incidir la tecnología en el seno familiar?

No hay duda de que la tecnología afecta a la familia y el modo tradicional de relacionarse, los niños con la llegada de las tabletas y celulares son mucho más independientes y, generalmente, aunque físicamente los miembros de una familia estén en el mismo espacio, la atención está en los aparatos.

¿Ha sido más positiva que negativa su llegada?

La tecnología en sí misma no es ni positiva ni negativa, depende del uso que se le dé. Cuando la tecnología causa distanciamiento entre los miembros de la familia, las consecuencias pueden ser muy negativas. Si pasan menos tiempo juntos y de calidad, significa que las familias no pueden construir lazos estrechos, como tampoco podrán mantenerlos.

¿Cómo aprovecharla para hacer que la familia se una más?

Es muy difícil alejarnos de todo lo tecnológico, y tampoco es necesario, aunque no se puede negar que la absorción de los niños y de los padres en la tecnología (con el uso de mensajes de texto, redes sociales y videojuegos) limita su disponibilidad para comunicarse, lo suyo sería buscar actividades que hagan que la familia interactúe. Hay juegos que necesitan de varias personas orientados a todas las edades. La tecnología ha proporcionado a los niños independencia en sus comunicaciones con amigos y otros, y esto les da a los padres la oportunidad de supervisar y cuidar las relaciones sociales de sus hijos.

¿Debe haber reglas en el hogar para su uso? ¿Cuáles serían y cómo hacerlas cumplir?

La tecnología está a la mano y en sí misma, siempre disponible y con una muy buena capacidad de distracción de las tareas del día a día. Por lo que es necesario que se regule el uso para que no se descuiden otras actividades. Así que recae en los padres determinar el tiempo que los hijos le dedican, supervisarlos y también educarlos sobre el uso adecuado, sobre qué compartir y qué no de manera virtual.

¿A partir de qué edad recomienda el acceso a la tecnología?

Actualmente, desde que nacen los niños ya están expuestos. La tecnología en sí no es mala, pero un niño pequeño usando un aparato con acceso a internet sin supervisión es muy vulnerable, lo ideal sería que desde pequeño los padres empiecen a informar, advertir, mantenerse alerta y vigilar. En pocas palabras, desde pequeños empezar a educarlos en el uso correcto. Lo que la investigación nos dice es que la mejor edad para tener acceso a la tecnología es a partir de los 6 años. Durante los primeros años de vida una persona está sentando las bases para un buen desarrollo físico y psicosocial, por lo que se recomienda que no tenga un acceso continuado para que la persona madure adecuadamente.

¿Ha variado la relación familiar a partir de la llegada de la tecnología a nuestros hogares?

Por supuesto, aunque es muy fácil señalar que esto ocurre exclusivamente porque los niños están absortos con el uso de la tecnología. Pero los padres también son responsables de la distancia que parece estar aumentando en las familias. Muy a menudo ellos también están envueltos con sus propios aparatos, ya sea revisando el email, viendo las redes sociales, hablando por el teléfono o texteando, cuando podrían estar pasando tiempo con sus hijos.

¿La inteligencia emocional se  beneficia de la tecnología o la afecta?

La afecta. Para tener una buena inteligencia emocional hace falta relacionarnos físicamente con las personas, poder verlas, sus expresiones y entender que es alguien “real”. Y aunque se pueda conectar emocionalmente a través de las redes sociales y mensajes de texto, los niños necesitan que alguien les enseñe qué son las emociones y cómo gestionarlas; y aunque hay programas de inteligencia emocional que se pueden realizar a través de aplicaciones, es fundamental el componente práctico, el interactuar con personas presentes físicamente, día a día.

Hoy se habla de la tecnología, pero ayer era el televisor que sustraía a los miembros de la familia. ¿Qué opina?

Que la tecnología no es mala, depende cómo la usemos. La tecnología la podemos usar como un punto de encuentro que facilite la comunicación y el ocio, o como un elemento que nos aísle del otro y nos sirva para evadir y no enfrentar situaciones.

Es cuestión de ir adaptándonos a los nuevos avances, integrarlos a nuestra vida, pero no olvidar que somos seres sociales y necesitamos del calor y la cercanía física de los demás.

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