Las fronteras suelen ser zonas de conflictos o de riesgos donde quiera que existan. En todas, el peligro acecha. Son escenarios de tensión, y los países y sus organismos de seguridad están sometidos a pruebas constantes.

La frontera dominicana con Haití no puede ser la excepción, y en la misma concurrirán los problemas, naturalmente, según naturaleza y mismidad de los factores predominantes: migraciones ilegales, mafias de todo tipo, al margen de los controles relativos sanitarios en general que atañen a organismos especializados.

Al mismo tiempo, en las fronteras surgen realidades que no siempre son comprendidas más allá de sus límites. Tienen que ver con los “habitantes fronterizos”, los cuales desarrollan lazos inevitables a uno y otro lado. Sobre esas personas los controles se dificultan, y especialmente, en las comunidades más remotas.

En la parte norte de la frontera, por la zona de Dajabón, se desarrolla un fenómeno nuevo que va más allá del habitual contrabando. Es la resistencia armada de los grupos criminales que atacan a los efectivos de vigilancia. Los reportes son ilustradores de la capacidad operativa de los mismos, que ha obligado al ministerio de Defensa a reforzar el cuerpo élite.

La agresividad de los delincuentes ha llegado al extremo de enfrentar patrullas y hasta perseguirlas, a veces con mayor potencia de fuego. Verdaderamente alarmante.

Con la presencia de esos grupos, es obvio que la labor de interceptación de los inmigrantes ilegales tiende a perder efectividad. Los militares tendrán que concentrar más atención a los traficantes de mercancías, desde productos del agro, armas, drogas, etcétera.

Todo esto está relacionado con la seguridad nacional. Los programas de control fronterizo requieren de recursos humanos entrenados, pero también recursos para operar con eficiencia ante una delincuencia armada, montada y organizada.

El Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront) no puede hacer demasiado si su capacidad está limitada no sólo por el número de efectivos, sino también de medios y recursos tecnológicos para accionar frente a los imponderables. No es sólo inmigrantes. Es una red criminal que opera a ambos lados de la frontera.

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