Luego de la extensa sequía sufrida por el país y por toda la región del Caribe en el período 2013-2015, donde casi todos los embalses del país y de la región se quedaron sin agua y generaron la peor crisis regional de escasez de agua, provocando que muchos canales de riego se quedaran sin agua porque el agua escasa estaba reservada fundamentalmente para distribuirla racionalmente en los acueductos, todos los países de la región están obligados a tomar medidas para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua, ya que mientras dure el efecto de La Niña tendremos lluvias frecuentes y abundantes, pero cuando termine este período de La Niña, y comience un nuevo fenómeno de El Niño, las aguas del océano Pacífico intertropical oriental volverán a calentarse por encima de lo normal y se repetirá una nueva larga sequía que nos pondrá en serios apuros por escasez de agua.

Para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua los países tienen dos opciones fundamentales: la primera de ellas es la construcción de nuevas presas para lo cual se requieren grandes volúmenes monetarios que no siempre están disponibles, y la segunda opción es la de dragar los sedimentos acumulados durante décadas en los embalses de las presas existentes, ya que durante los períodos de tormentas y huracanes las lluvias torrenciales incrementan los caudales de los ríos, y la capacidad de erosión y transporte de grandes volúmenes de gravas, arenas, limos y arcillas que terminan acumulándose en los embalses de las presas, y en un país como el nuestro, donde nunca hemos dragado nuestros embalses, los sedimentos acumulados reducen significativamente la capacidad de almacenamiento de agua.

Conforme a estudios batimétricos realizados por el INDRHI, para el año 2016 el volumen de sedimentos acumulados en la presa de Valdesia alcanzaba la cota 126 metros sobre el nivel del mar y totalizaba 56 millones de metros cúbicos, lo que indica que Valdesia, inaugurada en el año 1976, y cuya cota máxima operacional está en los 150 metros sobre el nivel del mar, ha perdido la capacidad de almacenar 56 millones de metros cúbicos de agua, equivalentes a un 30% de su capacidad de almacenamiento original que era de 186 millones de metros cúbicos de agua, a lo cual se suma el hecho de que los sedimentos acumulados dentro del embalse ya están al nivel de la obra de toma de la central hidroeléctrica, la cual tiene una capacidad instalada de 54 megavatios, motivo por el cual el dragado del embalse de Valdesia es una prioridad de primer nivel para garantizar el agua de los acueductos de Santo Domingo y San Cristóbal, el agua de los canales de Nizao, Najayo y Baní, y la efectiva operación de su central hidroeléctrica.

Los mayores volúmenes de sedimentos han entrado al embalse de Valdesia en períodos de huracanes y tormentas, sin embargo, a partir del año 1992, con la entrada en operación de las presas de Jigüey y Aguacate, una parte de los sedimentos se está quedando en el embalse de Jigüey y en el embalse de Aguacate, con el agravante de que el embalse de Jigüey, que originalmente podía almacenar 167 millones de metros cúbicos de agua, ya acumula 40 millones de metros cúbicos de sedimentos, equivalentes al 24% de su capacidad, y con el actual deterioro por deforestación de la cuenca alta del río Nizao, sumado a futuros huracanes asociados al cambio climático, las expectativas serían de que en 20 años Jigüey estaría totalmente llena de sedimentos.

De igual modo, conforme a estudios batimétricos realizados en este año 2017, en el contraembalse de Las Barías los sedimentos ya alcanzan la cota 76 metros sobre el nivel medio del mar, mientras la cota máxima operacional es 77 metros sobre el nivel medio del mar, lo que indica que de los 6 millones de metros cúbicos de almacenamiento original, Las Barías apenas almacena 0.6 millones de metros cúbicos de agua, es decir, apenas el 10% de su capacidad original.
De ahí que los embalses de Valdesia, Las Barías y Jigüey requieren una limpieza urgente para retirar la mayor cantidad posible de sedimentos y aumentar su capacidad de almacenamiento de agua para los acueductos de Santo Domingo y San Cristóbal, para los canales de riego Marcos A. Cabral y Nizao-Najayo, y para hidrogeneración eléctrica, pues las presas no fueron construidas para almacenar sedimentos, sino para almacenar agua para abastecimiento de la población, y durante la extensa sequía de los años 2013, 2014 y 2015 quedó evidenciado que cualquier país que no cuente con suficiente almacenamiento de agua en sus embalses tiene serias dificultades para enfrentar las sequías.

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