Hasta el dieciséis (16) del mes de noviembre del año dos mil dieciséis (2016), ocupé la función pública de presidente de la Junta Central Electoral (JCE). Mis actuaciones, durante ese período, estuvieron y estarán expuestas al escrutinio público. Mi deber como ciudadano responsable es dar el frente, rendir cuenta de mis actuaciones, como es mi costumbre, y dar informaciones y explicaciones necesarias.

Quienes me conocen, saben mi carácter y mi responsabilidad, no acostumbro a dejar ningún tema inconcluso y que no rehúyo, por difícil que sea la situación, a enfrentar y llevar la misma hasta el final. No hay razón para que esto, que es mi conducta de vida, cambie, por tanto, todos los ciudadanos pueden estar seguros de que, en el momento oportuno, responderé adecuadamente todas las inquietudes que se presenten. Lo que no puedo ni debo hacer es permitir que personas con agendas particulares, que no responden al interés nacional, me ubiquen en un escenario o un foro que otros han diseñado.

Hay que permitir que fluya la información, que todo aquel que tenga algo que decir lo diga, que quien desee crear y difundir cualquier versión la propague, y cuando toda la información haya fluido y cada cual asuma de manera responsable, entonces hablaremos sobre el tema.

En Eclesiastés nos encontramos con la siguiente reflexión:
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora; tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas; tiempo de abrazar; tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra y tiempo de paz”.

Tuve la honra de presidir la gestión que ha dejado un legado indiscutible, sembrado y apreciado por todo el pueblo dominicano. Hay quienes consideran que la misma marcó un antes y un después, de ser así como todo en la vida, sé que esto genera reacciones. Me corresponde defender el legado, sin importar que la misma quiera ser barrida, borrada, demeritada, la historia está ahí, y la registra.

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