El de Yuniol Ramírez y homicidios similares estremecen en cuanto a la urgencia de adecentar sinceramente la vida pública. Pero esto requiere comenzar por los partidos pues un real cambio entraña desarraigar el clientelismo político, mediante educación y normas. En los partidos el dinero se ha impuesto a la moral y formación personal como “calidad” para conquistar posiciones y posteriormente ocupar cargos en el gobierno. Bajo esa dinámica es que se engendra en gran medida la corrupción pública, una de las causas de la pobreza nacional y obstáculo para el desarrollo económico y social en equidad. El modelo no resiste más y requiere intervención. La presente discusión de la ley de partidos y las primarias plantea oportunidad en ese sentido.

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