Esta semana, el líder opositor, Luis Abinader, y dos distinguidas damas que mal pudieran ser caracterizadas como adversarias al Gobierno del presidente Danilo Medina y el PLD, han disparado alarmas indicativas de hasta dónde está llegando el hartazgo de la sociedad con la situación de corrupción, impunidad y desorden generalizado existente en el país y, lo que es más delicado, tienen a muchos preguntándose en qué puede parar todo esto.

Milagros Germán advirtió en su “Chévere Nights”, programa de entretenimiento ranqueado entre los de mayor audiencia en los hogares dominicanos, que los desbordamientos de todo tipo que se producen en el país se deben a que se requiere “un equilibrio de las fuerzas políticas, porque un solo partido no debe dirigir todos los poderes del Estado, y es lo que estamos viviendo: las consecuencias de la maldita dictadura del PLD…”

Con esa capacidad de interpretar la situación del país en un momento dado, heredada de la autoridad moral de un Freddy Beras Goico, que estallaba en justificada indignación cuando el proceder de las autoridades se salía de cauce, o simplemente se hacían las desentendidas, la Germán hizo un vehemente llamado a la reacción popular.

La socióloga Rosario Espinal, de su parte, tradujo en su artículo de esta semana la ira que agita a gran parte de la conciencia de una sociedad, que en sólo días asiste a la “muerte” y resurrección de un sentenciado a 30 años por asesinato, y luego al escándalo de corrupción en la OMSA, develado tras el brutal asesinato del abogado Yunior Ramírez.

Todo el deterioro ético que vive hoy la sociedad dominicana, Espinal lo resume escribiendo que “los 17 años de gestión del PLD han sido una perpetua discordancia entre el discurso de modernidad y la repetición de prácticas políticas nefastas del pasado: corrupción, clientelismo y caudillismo, que obstaculizan el desarrollo de la democracia y la economía”.

Y advierte que “ni el presidente Danilo Medina, ni el presidente del PLD, ni su comité político captan con precisión la magnitud del problema. Asumen que como hay tantas personas involucradas en la corrupción pueden hacerse los chivos locos, y desde sus posiciones de poder ignoran o justifican los escándalos, y en el mejor de los casos, toman medidas tibias. Ellos, en vez de ser parte de la solución, son parte del problema”.

Desde el exterior, y fijando posición ante los últimos sucesos acaecidos en el país, Abinader condenó que en vez de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, que lo mandan a mantener activo un sistema de supervisión y controles de la gestión pública, el Gobierno del presidente Danilo Medina sólo reacciona cuando se han consumado los casos de corrupción y trascienden por alguna tragedia o un escándalo internacional, como en los escándalos de Oisoe, el CEA, los aviones Tucano, Odebrecht, y ahora en la OMSA.

Las nuevas alarmas se encienden tras conocerse en estos días que, conforme a Transparencia Internacional, en materia de corrupción en toda América Latina, República Dominicana sólo es superada por el México de la “mordida” centenaria, y que de acuerdo al informe 2017-2018 del Foro Económico Mundial, la corrupción es el principal factor para que el país retrocediera 12 peldaños en el Índice Global de Competitividad.

Parece hora de preguntarse ¿A dónde se nos lleva?

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