Las crisis pueden ser oportunidades. La dinámica clientelar de la política criolla fomenta la corrupción en el Estado. Nuestra sociedad tácitamente aprueba el enriquecimiento desde los cargos públicos, justificada la política como un ejercicio mercantil: pongo dinero o busco votos y luego paso factura a mi gobierno, para poder continuar solventando mis conmilitones y favorecerme yo, particularmente. Por esto prevenir la corrupción debe empezar en los propios partidos, promoviendo el desarraigo de la política clientelar. La política clientelar se ha posicionado como la base de la paz social dominicana. Facilita los negocios con el Estado para quienes aportan dinero a las campañas. Garantiza el empleo o la prebenda para militantes y demás asociados, entre otras “bondades”. El perverso modelo se vuelve insostenible.

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