El doctor Abel Martínez Durán es un funcionario público muy peculiar en su forma de actuar. En los diferentes roles que ha jugado—procurador fiscal, diputado, y ahora alcalde de Santiago—ha dejado su sello. Los proyectos en los que se ha involucrado, por lo general, los finaliza, los acaba, no importa las dificultades que enfrente.

En octubre del 2014, siendo presidente de la Cámara de Diputados, Martínez Durán eliminó el para entonces famoso “cofrecito” (Fondo de Gestión Social), un ingreso extra de 50,000 pesos al mes que se les otorgaba a cada diputado, y cuyos recursos formaban parte del presupuesto aprobado al Congreso. En el Senado, se le llamaba “Barrilito”.

Como los recursos que financiaban ese fondo estaban contemplados en el Presupuesto del Congreso, y faltaban dos meses por ejecutar del 2014, Martínez Durán dispuso que fueran asignados a hospitales públicos reconocidos por su credibilidad, manejo transparente de los recursos públicos y servicios a la población de escasos recursos. Esa decisión del para entonces presidente de la Cámara de Diputados sirvió para que, acogiendo una solicitud de la Junta Central Electoral, de suspender el Fondo, en marzo del 2016, en los albores de la campana electoral, se eliminara la partida definitivamente. Hubo muchas quejas, algunas públicas y otras no, pero Abel erradicó el Cofrecito. Fue su sello de medida administrativa en el Congreso.

Ya como alcalde de Santiago, Martínez Durán tomó medidas para desarrabalizar la ciudad, recuperando calles y avenidas que estaban en poder del comercio informal. Y con los buhoneros que se habían apoderado de un área próximo al cementerio, tuvo un enfrentamiento titánico, hasta que finalmente los sacó del centro de la ciudad y los ubicó en una zona en la que no afectan el ornato.

Ahora, carente de recursos financieros suficientes para ejecutar las obras que necesita la ciudad, y que son responsabilidad de la Alcaldía, el alcalde Martínez Durán tiene una nueva lucha, esta vez con empresas y empresarios que tienen deudas con el gobierno municipal, por concepto de arbitrios dejados de pagar. Utilizando el no muy ortodoxo método de publicar en vallas los nombres de los deudores, el funcionario edilicio está librando una batalla dentro de su guerra por recuperar a Santiago. Ya ha cosechado algunos triunfos, pero tiene resistencia. Su lucha merece ser comprendida y apoyada.

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