Cuando permites que tu carácter sea pulido, purificado y definido hacia una identidad basada en las virtudes de Cristo y su propósito para con tu vida, comenzarás a identificarte con la visión de Dios y no con las pasiones de los hombres.

Tan pronto como al apóstol Pablo le fueron quitadas las escamas de los ojos, por medio de la oración del profeta Ananías, su carácter colérico, inclinado a perseguir los cristianos, fue usado por Dios con la misma o mayor energía para protegerlos, levantarlos, y convertirse en un multiplicador masivo de grandes discípulos de Cristo. El hombre que no tenía piedad para decir… ¿A quién hay que matar? Cuando se rindió al Señor, lo dejó dicho todo con esta frase: “¡El amor todo lo soporta!”

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