En estos precisos momentos, en alguna mata de la República Dominicana se encuentra encaramada nuestra futura presidenta. Me imagino que si va a ser presidenta, tiene que ser intrépida y osada. Y seguro debe haber por ahí algún pariente regañándole y preguntándole “que si ella no ve que tiene una falda puesta”, o alguna vecina diciéndole “que deje de estar de marimacho”.

Nuestra futura presidenta sólo va a escuchar a veces. Otras veces seguirá maroteando e investigando las curiosidades de la mata, a ley de dos resbalones para caerse. En algunas ocasiones se llevará un buen guamazo, pero por ahora esas son sus únicas preocupaciones. Ella no sabe que los partidos políticos otorgan menos dinero a las candidaturas de mujeres, ni que se está criando en un país en el que la violencia contra las mujeres es una epidemia desesperante. Tampoco sabe qué significa el término ‘discriminación salarial’.

Es bonito pensar en la futura lideresa de nuestro país como una niña inocente de las realidades amargas con las que el patriarcado la sorprenderá. Es bonito, pero es una falacia. Gracias al feminismo, muchas personas reconocen que en general, las mujeres no gozan de los mismos derechos y oportunidades que los hombres. El error está en pensar que estas inequidades y discriminaciones empiezan en el momento que la mujer cumple 18 años. La realidad es que este proceso de desvalorización empieza mucho antes. De esas condiciones estructurales hablaremos en el próximo artículo, en este sólo nos enfocaremos en la importancia del mensaje que representa el Día de la Niña.

El Decreto 357-17 emitido por el Poder Ejecutivo, declaró el 11 de octubre como “Día Nacional de la Niña”, luego de que, en el 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo declarara como el Día Internacional de la Niña. No se trata de una celebración a las niñas “porque sí”, sino de una conmemoración que llama a la reflexión e implementación de políticas que eliminen las trabas que obstaculizan sus derechos humanos.

Este año, Plan Internacional, una organización sin fines de lucro que trabaja por los derechos de la niñez, desarrolló una ambiciosa iniciativa bastante ingeniosa en la que coordinaron esfuerzos en 60 países para visibilizar a niñas y adolescentes como lideresas de sus comunidades. En Ecuador, Annabella fungió de comandanta y hasta pasó revista a la tropa de la Armada ecuatoriana. En Sudán, Makaram hizo las funciones de ministra de Educación. En Bélgica, Tiffany fue la directora de la Unión Belga de Futbol, mientras que la brasileña Irlane fue la vicesecretaria de las Naciones Unidas durante un día.

En la República Dominicana, varias niñas y adolescentes también ocuparon puestos de poder. Entre ellas estuvo Sara, una niña de 11 años, quien fue vicepresidenta por un día. Acompañó a la vicepresidenta relevada en varias actividades del Gabinete Social, como supervisar la Maternidad de Los Mina y servir alimentos en los Comedores Económicos.

Sara, con lentes y una franela azul que decía VP en grandes letras blancas, sonrió con educación cuando el presidente le preguntó si le gustaba gobernar. Margarita y Danilo se rieron de buena gana, quizás pensando en el trote que significa la gobernanza, pero Sara se mantuvo 100% formal y profesional.

¡Felicidades a Plan Internacional, por este importante esfuerzo de materializar el futuro, aunque sea por un día! Todas las niñas que participaron en la campaña “Las niñas lideran”, así como nuestra futura presidentica (todavía encaramada en su mata), son más que “solo una niña”. Ellas son nuestra oportunidad para cambiar el desmoralizante paradigma actual. Evaluémoslo en el próximo artículo.

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