Reducir las desigualdades en el área de la salud y erradicar la pobreza pasa porque las mujeres pueden controlar su fecundidad, concluir con sus estudios e incorporarse al trabajo remunerado con la misma igualdad que los hombres.

Así lo establece el estudio “Estado de la Población Mundial 2017, titulado Mundos aparte: La salud y los derechos reproductivos en tiempos de desigualdad” elaborado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpha).

La entidad asegura que una mujer de escasos recursos económicos, residente en una zona rural, sin estudios ni la posibilidad de tomar decisiones en relación con sus embarazos o de incorporarse a la fuerza de trabajo remunerado, quedará seguramente atrapada en la pobreza y la marginación.

Mediante el documento que recoge un conjunto de inequidades que afectan a las mujeres, adolescentes y niñas a nivel global, la Unfpha insiste en la necesidad de ampliar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva y desplegar acciones para reducir la desigualdad de género.

Igualmente, la entidad propone proveer servicios esenciales de atención de salud materna y prenatal y de planificación familiar a las mujeres, especialmente a las que viven en el 40% de los hogares más pobres.

Indica que en los países en desarrollo, la necesidad de servicios de planificación familiar no satisfecha afecta a 12,8 millones de adolescentes.

Asimismo, pide la eliminación de leyes discriminatorias, normas o deficiencias en los servicios, que impiden a las adolescentes y las jóvenes acceder a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva.

“Prestar un servicio de protección social universal que ofrezca seguridad de los ingresos básicos y cubra los servicios esenciales, incluidas las asistencias y prestaciones relacionadas con la maternidad; impulsar los servicios que permiten a las mujeres incorporarse o permanecer en la fuerza de trabajo remunerada, como los de cuidado del niño y adoptar políticas progresivas encaminadas a acelerar el aumento de los ingresos entre el 40% más pobre de la población, a través de, por ejemplo, la intensificación de las inversiones”, son otras de las sugerencias del organismo internacional para poder alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Menos estudios=más embarazos

Según el informe, la necesidad insatisfecha de planificación familiar en los países en desarrollo suele ser mayor entre las mujeres del 20% de los hogares más pobres. Eso quiere decir que, al carecer de acceso a métodos anticonceptivos, las mujeres pobres, en particular las que tienen menor escolaridad y viven en áreas rurales, están más expuestas a la fecundidad no deseada. La consecuencia se traduce en riesgos para la salud con repercusiones económicas en su vida posterior.

“La falta de capacidad para decidir si desean quedarse embarazadas, cuándo o con qué frecuencia, de paso, limita su acceso a la educación, retrasa su incorporación a la fuerza de trabajo remunerada y reduce sus ingresos. Si a esto se le suman datos como los que revelan que, en un examen realizado a 143 países, 128 naciones contienen al menos un impedimento jurídico que obstaculiza la participación de las mujeres en ciertas oportunidades económicas, ellas están inmersas en una espiral descendente”, destaca el informe.

Otro de los aspectos destacados en el documento tiene que ver con la salud materna y la supervivencia de los recién nacidos. Indica que si bien cierto que más recién nacidos sobreviven al primer mes de vida, la desigualdad entre los más pobres y más ricos, ha aumentado en años recientes.

En términos de la atención del parto, indica que el desafío mayor es lograr calidad en la atención y cuidados continuos que involucra la captación temprana de las embarazadas y la implementación de controles gestacionales.

“Mientras ello no se logre la mortalidad materna persistirá alta (según el informe es de 68 muertes cada 100 mil nacidos vivos mientras que en Asia Central y Este Europeo es solo de 25)”, reza el documento.

En el campo laboral las mujeres llevan las de perder

En materia laboral, las más pobres también llevan las de perder, presentando mayor probabilidad de estar desempleadas o subempleadas y ganar menos que los hombres. Según la Encuesta Mundial sobre Valores reciente, la mayoría de encuestados estuvo de acuerdo con que las mujeres y hombres deben tener acceso equitativo a la educación universitaria. pero consideran que cuando los puestos de trabajo escasean, debe darse prioridad a los hombres.

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