Monseñor Jesús Castro Marte afirma que la grandeza de un obispo se encuentra en la evangelización y en el contacto con la gente

Monseñor Jesús Castro Marte recibió el llamado a la vida sacerdotal a la edad de 9 años, cuando era monaguillo. Esa vocación estuvo cimentada por la vivencia y el crecimiento en la fe que tenían sus padres al crear una familia bajo los mandatos de Dios.

Fue ahí, cuando era monaguillo, que inició su trabajo pastoral y su deseo por ser sacerdote, aún sin saber el compromiso que esto requería.

Luego de 22 años de vida sacerdotal, monseñor Castro Marte fue elegido como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, para acompañar al arzobispo, monseñor Francisco Ozoria, en los trabajos pastorales que demanda la iglesia arquidocesana.

Son tres las realidades de entrega y compromiso que ha asumido monseñor Jesús Castro Marte, de las que habla a elCaribe: rector de la Universidad Católica de Santo Domingo (UCSD), vicario del clero y vicario episcopal de Santo Domingo Norte y la provincia Monte Plata.

¿Qué le motivó ser sacerdote?
Hablar sobre la vida tenemos que remontarnos a mi comunidad, donde nací en 1966, el 18 de marzo. Yo vengo de una familia totalmente religiosa, que siempre participa en la iglesia, y de ahí, siendo ya monaguillo me integré a la parroquia, y le comuniqué a un sacerdote español que quería ser cura. Y recuerdo que él me preguntaba ¿Por qué quiere ser sacerdote? Yo le decía ‘porque quiero celebrar la misa’, y me quedaba en un lugar tranquilo en mi casa y me colocaba una sábana blanca como si fuera una sotana y me ponía disque a celebrar la misa.

¿Cómo han sido sus primeros años de sacerdocio?
Han sido muy profundos, lo desarrollé en la comunidad de La Victoria, trabajando en la parroquia San Antonio de Padua y en la Hacienda Estrella; pero, a la vez trabajaba en la penitenciaria de La Victoria con los internos, y ahí fue mi inicio. La confesión a mí me llenó mucho.

¿Usted esperaba que lo escogieran como obispo auxiliar?
No. Fue una elección del papa Francisco, yo no esperaba esa noticia, incluso yo estaba en un curso fuera del país cuando el Nuncio me llamó para decirme que quiere hablar conmigo. Cuando llego, me comunica la noticia y me dice: ¿Tú estás de acuerdo con lo que diga la Iglesia? El Santo Padre me escogió para esta misión, y lo acepté con mucha alegría y humildad. Cuando eligen a uno para ser obispo, no se le consulta al sacerdote. Eso lo hacen en secreto, y luego hay un proceso de evaluación y consulta.

Luego de ser elegido, usted viajó a Roma para un curso, ¿En qué consistió?
Fue una orientación pastoral, disciplinaria, doctrinal, de cómo nosotros debemos enfrentar este mundo, de cómo podemos orientar al pueblo de Dios. En el curso, entendí muchas realidades de la Iglesia, del corazón de la Iglesia. Duró 15 días, y fue para todos los obispos nuevos, después que fuimos consagrados.

¿La Iglesia le pauta funciones específicas?
Sí, yo ahora estoy como vicario episcopal de vicaría de Santo Domingo Norte y Monte Plata, pero a la vez soy vicario episcopal del clero, que tiene que ver con toda la estructura del clero de la Arquidiócesis de Santo Domingo: la vida de comunidad de los sacerdotes, la convivencia, el diálogo, visitar a los sacerdotes enfermos; es decir, que mi trabajo no solamente se reduce a esta zona pastoral, sino también al clero y a la vez rector de la UCSD.

¿Cuáles son sus funciones en esa vicaría?
Tenemos que ser servidores del pueblo de Dios, y lo primero es hacer presencia con los sacerdotes, hacer equipo, reunirme. Mi gran sueño, en esta nueva labor, es tener la visita pastoral en todas las parroquias y hacer la visita pastoral a toda la comunidad, mirando la estructura parroquial, la economía, cómo va la evangelización, y a la vez dejarse querer de la gente.

¿Cómo se maneja en la actualidad con esos cargos?
Los tres son exigentes, pero yo pienso que la organización es fundamental. Yo me dedico a la universidad, y la grandeza para uno distribuir el tiempo es formar personas con espíritu de equipo y delegar funciones. Eso es fundamental, porque también me permite extenderme a otros lugares. Porque ya el término sacerdocio “orquesta” ya se acabó. Nosotros somos servidores de un pueblo, y la gente sabe cuándo uno tiene olor de ovejas y sabe trabajar en equipo, porque si vas con una actitud de ‘aquí mando yo’, ya hay una descentralización.

¿Qué significa para usted ser obispo?
Ser obispo significa para mí ser servidor de servidor. No es un cargo, no es un privilegio, no es un poder. Sencillamente, es un ser humano que la Iglesia le ha exigido más para que el servicio sea mayor. Han visto mi capacidad para servir más al puedo de Dios. Nada de grandeza, nada de poder, nada de importancia. Tu importancia está en la evangelización, en el pobre, en las comunidades. Lo que tú tienes es compromiso; un pueblo que espera de ti, que tú le ofrezca testimonio de vida.

¿Cuál es el seguimiento que reciben los sacerdotes de la Iglesia?
Nosotros le damos formación permanente. Después que un sacerdote sale del seminario, a muchos se le ofrecen cursos de especialización tanto aquí como en Roma. Después, existe la formación permanente, donde los sacerdotes se reúnen una o dos veces al mes y le damos cierta formación eclesiástica y humana. Pero lo importante de todo ese encuentro de formación permanente es la fraternidad que vamos creando, el vínculo de amor y de fraternidad.

¿Cuáles proyectos tiene la Arquidiócesis?
Monseñor Ozoria tiene dos proyectos muy importantes. Uno es crear comunión entre los sacerdotes. Nuestra meta es que durante este tiempo ningún sacerdote viva solo, sino que haya dos o tres sacerdotes en comunidad. Es una cultura que estamos creando y lo estamos logrando. Ahora mismo, ningún sacerdote joven vive solo, eso lo hemos logrado. Otro proyecto es la Casa del Clero. Desde que monseñor Ozoria llegó a la Arquidiócesis, siente una gran preocupación por los sacerdotes ancianos. Aquellos sacerdotes que han dado la vida en una parroquia, que no tienen medicina, que no tienen dónde vivir, y ya la edad la tienen encima. Es por eso que él va a crear una Casa del Clero, donde tendrá enfermería, lugares de diálogos, dormitorios, lugares de encontrarse con los demás. Ese proyecto inicia este año donde está el seminario menor Jesús Buen Pastor, y tendrá capacidad para más de 70 sacerdotes.

Equipo
Con monseñor Francisco Ozoria a la cabeza, y los tres obispos auxiliares, formamos lo que llamamos el gran equipo arquidiocesano”.

Educación
Mi amor por el mundo académico inició cuando fui profesor a tiempo completo en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra”.

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