El dinero y el poder compran toneladas de tolerancia a quienes les ponen precio a la moral y la paz colectiva. La legalización del pecado nunca invalidará sus consecuencias ni reducirá el impacto de los daños a quienes lo practican. Tampoco consigue que desaparezca el sentido de culpa interior que provocan sus heridas, mucho menos impedirá que la mano de Dios establezca su justicia con autoridad plena. ¿​Encontrar​ ​quienes se presten a contradecir el consejo del Altísimo para suprimir las presiones sociales que pesan en su contra? ¿Que se abren más fácilmente las puertas de las oportunidades a quienes se alinean al error? ¿Que la costumbre hace ley aunque sea mala? No empeñes la paz colectiva por beneficio personal, el costo siempre excede al precio.

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