Los dominicanos tratan de contribuir a bajar las tensiones en Venezuela. Han estimulado un espíritu dialogante entre el gobierno y la oposición, sea en días pasados cuando el gobierno nacional no aparecía entre los acompañantes y más ahora cuando el presidente de la República ha mostrado una actitud muy activa en esa dirección.

Tras el primer encuentro del 14 de septiembre, durante el cual los representantes del gobierno de Nicolás Maduro hablaron con los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), se empezó a ver con optimismo la posibilidad de encontrar una manera de establecer al menos un mecanismo creíble para una negociación.

Pero ese temperamento no duró mucho, toda vez que la oposición parecía reticente, tanto que rehuyó cualquier encuentro con los periodistas y dio la sensación de que acudió a la cita para que no se pensara que no deseaba dialogar.

Esa percepción ganó cuerpo inmediatamente después que los representantes de la MUD retornaron a Venezuela, al declarar que realmente no hubo diálogo, sino que se trató de establecer las bases para una negociación. Que era imprescindible que en las bases quedara claro que no hay “diálogo efectivo sin condiciones para la transición”.

El mismo miércoles, la MUD declaró que continuará con la fase exploratoria “que aspiramos conduzca a una negociación y acuerdo internacional en Dominicana apenas sean removidos los obstáculos que el Gobierno ha colocado, que motivaron nuestra decisión unánime de no acudir a la reunión del 27 de septiembre”.
La lectura de los discursos de la oposición, y otras noticias que llegan del sur del continente, sugieren que hay recelos, no sólo el que se asume natural frente al gobierno venezolano, sino incluso de la mediación. Eso es grave.

La República Dominicana ha puesto empeño en contribuir a la paz venezolana y apoya a ese pueblo de diferentes maneras. Una solidaridad que se expresa en la apertura del país a los miles de venezolanos que han escogido este destino.

Para que haya diálogo tiene que haber voluntad de las partes.
La República Dominicana cumple con su deber. Seguirá dispuesta razonablemente a brindar su suelo para la búsqueda de la paz. Pero el ejercicio debe afirmarse en una confianza transparente de las partes.

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