El argot de la música urbana

Recientemente fui testigo de un episodio que envuelve una situación que aunque recurrente no deja de ser preocupante y digna de profunda reflexión. Vi cómo un joven se movía al ritmo de una canción interpretada por un exponente de música urbana.

Recientemente fui testigo de un episodio que envuelve una situación que aunque recurrente no deja de ser preocupante y digna de profunda reflexión. Vi cómo un joven se movía al ritmo de una canción interpretada por un exponente de música urbana. No sólo bailaba de forma cadenciosa, sino que también la cantaba, porque conocía muy bien sus letras.

Alguien se preguntó que si ese joven sabría el significado real de esas letras. La canción en cuestión lleva por título “Krippy Kush”, de un nuevo material discográfico llamado “TrapXficante. Para colmo, luego me entero de que es un tema de gran aceptación en toda Latinoamérica.

El estribillo de esta pieza musical dice así: Los maliantes quieren krippy, krippy, krippy…/ To’a las babys quieren kush, kush, kush… Pero veamos, ¿qué significa kush? Pues, es una de las variedades más famosas y potentes de la marihuana. Y krippy, es una marihuana con alta concentración de tetrahidrocannabinol (THC), resultando un efecto más potente y de más tiempo en el organismo del consumidor. Más adelante hace referencia a “la 602”, equivalente al medicamento Percocet, la cual se “la baja con lean”, una bebida hecha con jarabe para la tos, refresco y dulce que tiene como ingredientes principales la codeína y la prometazina.

Aclarado el significado de estas letras, vale entonces preguntar si conocen acaso los padres el argot de la música que consumen sus hijos. Y más aún, si tienen al menos idea del impacto que puede tener semejante barbaridad en sus vidas. Esto así, tomando en cuenta que la música ha tenido gran influencia en la formación cultural de los individuos. La citada canción habla, abiertamente, de fumar marihuana e incitar a su consumo y otras vulgaridades.
Por todo esto, la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos debe actuar sin contemplación contra este y todos los temas que pongan en peligro el desarrollo emocional de nuestros hijos. Hago un llamado, además, a las autoridades en general, porque la Ley 50-88 sobre drogas y sustancias controladas indica, en su artículo 36: “se prohíbe cualquier tipo de publicación, publicidad, o programas a través de los medios de comunicación, que contengan estímulos y mensajes subliminales, auditivos, impresos o audiovisuales que tiendan a favorecer el consumo y el tráfico ilícito de drogas y sustancias controladas”. Esta canción chatarra no sólo invita al consumo descarado de estupefacientes, sino que denigra la dignidad femenina, llamando francamente a la mujer “cuero” y “puta”. Quedarnos inertes, de brazos cruzados ante semejante afrenta a las normas del buen vivir, es ratificar el pesimismo de que esta sociedad ciertamente se encamina al despeñadero inevitable. Sin embargo, prefiero creer que seguimos a tiempo de enderezar y corregir situaciones anómalas como estas.

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