El dolor de México

El dolor que sufren los mexicanos es nuestro dolor. Ellos lo sufren en carne viva y nosotros en el corazón, en nuestro espíritu conturbado. Es una tragedia demasiado impactante que se nos presenta a través de las comunicaciones modernas como si no fuese una espantosa realidad.

El dolor que sufren los mexicanos es nuestro dolor. Ellos lo sufren en carne viva y nosotros en el corazón, en nuestro espíritu conturbado. Es una tragedia demasiado impactante que se nos presenta a través de las comunicaciones modernas como si no fuese una espantosa realidad.

Más de 224 víctimas fatales ya computadas, con una indeterminable cantidad de heridos, entre los fallecidos alrededor de 37 niños. Lo ocurrido en una escuela de Ciudad de México es muy triste, estremecedor.

¡Qué dar a los mexicanos más allá de la solidaridad y las lágrimas, a un pueblo que ha acompañado a los
dominicanos en tiempos difíciles!

Los desastres decretados por la Naturaleza nos hacen ver la
fragilidad de los seres humanos, cómo ante sus manifestaciones devastadoras nos tornamos impotentes.

La compasión con un pueblo valeroso que sufre nos invade. Un pueblo que no se rinde, que justo ese día martes recordaba el más letal terremoto de 1985, que dejó miles de fallecidos. Dos horas antes de que se presentara la desgracia se efectuaba un simulacro ante un impredecible evento de esa magnitud. Pero no hace dos semanas que México fue estremecido por otro sismo de 8.1 grados de magnitud, que dejó cerca de un centenar de muertos.

La humanidad vive momentos difíciles, en los cuales la Tierra parece rebelarse contra sus habitantes. No hay que asociar un terremoto con el cambio climático, pero cada día vemos fenómenos que provocan pavor y hasta desconcierto. Cada vez los huracanes a los cuales no somos ajenos atacan con mayor fuerza, con vientos de hasta 295 kilómetros por hora. Ahora mismo, el Caribe está bajo el azote del huracán María. República Dominicana resiste su embestida.

Nuestro pesar y solidaridad con los hermanos mexicanos. Muy triste todo eso. Lo lamentamos profundamente.

Compartimos el dolor.

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