Balas para sus cañones

El Estado tiene la seguridad ciudadana como prioridad. Estudia y analiza los causales para adoptar políticas que tiendan a disminuir la violencia.

El Estado tiene la seguridad ciudadana como prioridad. Estudia y analiza los causales para adoptar políticas que tiendan a disminuir la violencia.

Pero hay aspectos que no reciben atención y suelen ser tan sencillos como un control de calidad de los permisos para porte de armas, lo mismo que la persecución de las armas ilegales, sea mediante la disuasión o la acción directa.

Las requisas se reducen a meras acciones de chequeos que se convierten en mecanismos de picoteos y presión hacia la ciudadanía. Los delincuentes eluden esos controles, sea porque conocen las señas y señales previamente, o mediante el más poderoso medio de elusión, el soborno.

Todo eso se sabe, lo que acaba de alarmarnos es lo siguiente: “Adquirir municiones para armas de fuego en muchos lugares en República Dominicana es tan sencillo como comprar una libra de arroz (en un colmado) o un martillo en una ferretería. Aunque parezca increíble, se ofertan sin que se solicite al comprador ningún documento. elCaribe así lo ha comprobado”. Es parte de una crónica de Martín Polanco que narra cuanto ocurre.

Lo peor es que existen cadenas de distribución. Determinada agencia o persona tiene una licencia para obtener y vender municiones y a la vez tiene subagentes distribuidores que las hacen llegar a diferentes regiones.

Si los delincuentes pueden obtener las balas como si fuesen simples productos de colmados, es normal que estén en mayor capacidad operativa para expandir sus crímenes.

Una situación como esa no debía ser ignorada por el ministerio de Interior y Policía, que promete investigar la denuncia. Es precisamente esa dependencia la que regula la comercialización de las armas y las municiones.

Es una pena. Porque cuando se vende una bala debe saberse con precisión el tipo, numeración e identidad del comprador, y bajo cuál licencia.

Son cosas sencillas que si no están rigurosamente controladas no habrá ningún plan exitoso contra la delincuencia. Porque cada día los criminales tendrán más balas para sus cañones.

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