En este momento, la economía dominicana se enfrenta a muy pocos constreñimientos inmediatos para el crecimiento, pero los de carácter estructural de mediano y largo plazo son significativos.
Hay uno permanente, la fragilidad institucional, que afecta más que nada la “calidad” y el potencial de crecimiento de largo plazo. En un entorno institucional precario y frágil, donde las normas son pobremente observadas, la discrecionalidad tiene un amplio espacio, las acciones públicas están fuertemente condicionadas por intereses particulares y los recursos públicos son, con mucha frecuencia, ilegal e ilegítimamente aprovechados, la calidad de la inversión queda comprometida. Terminan dominando las inversiones de retorno rápido y con limitados impactos en aspectos clave para el crecimiento de largo plazo como los empleos de calidad y el aprendizaje.
Restricciones al crecimiento
Otros dos de mucha relevancia son el fiscal y el externo, pero ambos “morderán” a mediano plazo. El primero de forma gradual, a medida que se incremente el peso de los pagos de deuda en el presupuesto público. El segundo, a medida que los precios de los commodities que importamos, en especial combustibles, y algunos alimentos y materias primas, crezcan, y a medida que las tasas de interés en Estados Unidos converjan hacia niveles “normales”. Por cerca de una década, han estado en niveles extraordinariamente bajos lo que ha permitido al Estado dominicano financiar su déficit con mucha comodidad, y con ello mantener una oferta relativamente holgada de divisas.
De estas dos restricciones, la fiscal es la que ha tenido mayor atención en los últimos años. Por fortuna, en meses recientes ha crecido la preocupación y la atención por enfrentar la restricción externa. Las exportaciones han empezado a ocupar un lugar destacado en el debate público y el gobierno ha anunciado que impulsa un esfuerzo para mejorar significativamente los servicios de promoción de exportaciones.
Las exportaciones como habilitantes del crecimiento
Como se ha argumentado abundantemente, las exportaciones son importantes no sólo porque pueden crear empleos sino porque producen las divisas necesarias que permite que otros sectores crezcan facilitando, por ejemplo, la importación de equipos, materiales, insumos y servicios.
Sin embargo hay que indicar que a pesar de que son un requisito ineludible, las exportaciones no garantizar bienestar. Qué se exporta, cómo se produce lo que se exporta, quien lo produce, y dónde y a quién las actividades exportadoras le compra los insumos son también elementos relevantes que inciden en el impacto que tengan en la economía en su conjunto.
En ese sentido, mientras mayor sea el número de empresas que participen en la oferta de exportación, ya sea de manera directa o indirectamente como proveedoras de empresas exportadoras, los efectos serán más amplios. Por el contrario, a medida que crece la concentración de las exportaciones en unas pocas empresas, aumenta el riesgo de que se concentren sus beneficios. Por eso, una forma de hacer que éstas contribuyan directamente a generar más y mejores empleos es que éstas tengan una base amplia.
Unas exportaciones de base estrecha
Desafortunadamente, en la República Dominicana, las exportaciones tienen una base relativamente estrecha, y eso debería cambiar. Veamos. En el caso de las de zonas francas, un sector líder en exportación de bienes y en creación de puestos de trabajo, sus ventas al exterior representan el 55% de las exportaciones de bienes, y el 30% de las de bienes y servicios. Sin embargo, es bien conocido que sus actividades están bastante desconectadas del resto de la economía, es un sector muy transnacional, y el número de empresas que genera el grueso de las divisas parece ser reducido. En 2016, sólo 217 empresas explicaron tres cuartas partes de las exportaciones totales.
Las cuatro actividades líderes del sector son productos médicos y farmacéuticos, confecciones textiles, productos de tabaco y productos eléctricos. En productos médicos y farmacéuticos, el valor exportado en 2016 fue de cerca de US$ 1,500 millones, lo que representa un 27% del total del sector. Pero allí sólo participan 30 empresas. En confecciones textiles, con exportaciones por US$ 1,100 millones, un 20% del total, participan 98 empresas. En productos de tabaco, con exportaciones por casi US$ 700 millones, hay 69 empresas, y en productos eléctricos, sólo hay 20 empresas exportando US$ 750 millones.
Ciertamente, en varios de estos sectores la concentración es inevitable debido a la naturaleza de las actividades, las cuales sólo son realizables por empresas de gran tamaño, o por el hecho de que los mercados internacionales de éstas están dominados por un puñado de transnacionales. Esto sugiere que lo deseable es expandir el número de productos y servicios de exportación que permita ampliar el espectro de actividades, y con ello la posibilidad de que muchas más empresas participen.
El caso de la minería, con exportaciones de casi US$ 1,800 millones en 2016, un 18% de las exportaciones totales, y un 10% de las de bienes y servicios, es uno extremo, en donde una sola empresa explica más del 80% del total. La actividad aporta importantes ingresos fiscales, aunque el efecto en los empleos y el impacto territorial de sus actividades son limitados.
También en el turismo, el principal servicio de exportación, se observa una alta concentración. La oferta está dominada por hoteles grandes.
Donde hay un nivel de concentración menor es en las llamadas exportaciones nacionales. El número de empresas exportadoras no mineras fuera de zonas francas no es de dominio público. Sin embargo, a excepción de las principales exportaciones agropecuarias como las de cacao y tabaco, y las de algunas grandes empresas industriales (como las que exportan azúcar, algunos productos químicos, cemento, varilla, ron, plásticos y algunos alimentos procesados), es conocido que muchas de ellas son exportadoras esporádicas, venden relativamente bajos volúmenes, venden en mercados regionales y tienen dificultades para colocar su producción en mercados más exigentes.
Ampliando la base exportadora
Por lo anterior, tan importante como exportar más es que un número más amplio de empresas lo haga en un número mayor de productos y servicios. Hay que promover la diversificación de las exportaciones y de las empresas exportadoras.
Pero, ¿dónde están los problemas? ¿Por qué no hay más empresas vendiendo en el exterior? Hay evidentes problemas en el entorno que impiden que emerjan nuevos exportadores, y que son comunes a otros emprendimientos como lo es la fragilidad institucional (discrecionalidad, corrupción, inseguridad jurídica), el ambiente poco propicio para hacer negocios o el alto costo de la energía. También hay barreras muy evidentes en la capacidad de ofrecer mercancías con calidad y en cantidades suficientes como lo demandan los mercados internacionales.
Pero también hay problemas propios de las empresas que son potenciales exportadoras y que requieren ser enfrentados. Muchas no tienen financiamiento para exportar o no tienen cobertura de riesgo en caso de incumplimiento de pago o pérdidas. Otras no exportan porque no conocen cuales son los mercados donde pueden vender, no saben cómo entrar a ellos porque no conocen los requisitos, o no saben cómo identificar socios o potenciales clientes. Hay empresas que no saben cómo hacer un plan de negocios que les permita exportar. Incluso hay aquellas que, teniendo lo anterior, no han identificado proveedores locales de productos o servicios que les permita producir con la calidad y en las cantidades requeridas para vender en el exterior.
Que muchas empresas exporten no sucede solo. Mucho menos si son medianas y pequeñas. Llegar a los mercados externos o vender a las empresas que exportan es una tarea difícil que muy frecuentemente no es alcanzable para empresas individuales.
Necesitan incentivos específicos para mejorar la calidad y aumentar la productividad, políticas que apoyen más financiamiento, servicios públicos de promoción, y un mayor nivel de asociatividad y cooperación entre ellas.
Promover exportaciones es mucho más que apoyar a los que ya exportan. Es, más que cualquier otra cosa, estimular a los que nunca lo han hecho. Generalmente, son los más pequeños y los menos favorecidos por las políticas públicas.