La escuela debe ser creativa porque no es neutra, no todos van a aprender igual. En las aulas se dan unos desequilibrios enormes en un mismo grupo, puede haber hasta seis años de diferencia intelectual entre los alumnos. La escuela debería mantener a los niños con diferentes capacidades juntos y de ahí ofrecer diferentes niveles para las asignaturas más complejas. En ninguna escuela pública nuestra esta práctica se lleva a cabo, porque la Revolución Educativa nuestra sólo se ha centrado en construcciones desordenadas y no ha preparado el personal para enfrentar situaciones como las que describo en este párrafo. Los maestros no tienen los insumos para aplicar procesos de inclusión en una disciplina que es excluyente de origen: la educación.

Sólo para instruir a nuestros lectores, imaginen que, en el mejor de los casos, usted tiene un grupo con treinta y cinco alumnos con niveles socioculturales e intereses totalmente dispares, pretendiendo que aprendan juntos, vivo ejemplo de la realidad de la escuela nuestra, y lo que estamos pidiendo a nuestros alumnos. Esta situación es una de la que da origen a los casos de riñas y violencia en los centros escolares, porque sin una visión creativa de la escuela, esta realidad, en una semana se convertiría en una rebelión.

Los niños tienen que desarrollar hábitos sistemáticos de trabajo y para eso necesitan que un adulto les guíe. Ese adulto debería ser un profesor con una visión clara de sus funciones y dominio operativo y disciplinar de lo que enseña, pero el Ministerio no hace las inversiones de calidad para que “La Revolución” funcione.

Con el Modelo por Competencias se crean condiciones para que los alumnos aprendan lo que la sociedad había decidido que era útil, enfatizando al máximo la libertad del mismo, cuando éste lo que necesita es una enseñanza sistemática y muy estructurada, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas de distracción que les oferta esta sociedad de las comunicaciones en donde los empresarios sólo buscan personal capacitado para la productividad de sus empresas. Es decir, el Modelo por Competencias surge en la empresa, no en la escuela.

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