Se puede decir, sin miedo y sin chauvinismo, que Rius es el mejicano más latinoamericano, a pesar de Cantinflas. Antes de conocerle en Cuba, ya me había dado muchas lecciones en unos libritos que compré en el economato de la UASD, que para los años 70 estaba en el Marión, ya Facultad de Odontología.

Hay que entender que Eduardo del Río se forma en el México de Lázaro Cárdenas, el presidente 49º, justamente en el año que Rius nació: 1934.

Bajo Cárdenas, un antiguo militar de la Revolución de Pancho Villa y Zapata, México logró una solidez como país al nacionalizar el petróleo, los ferrocarriles, avanzar la Reforma Agraria, crear la Confederación de Trabajadores de México (CTM), abrir las puertas a los refugiados españoles que huían de Franco, consolidar la educación, etc.

Bajo ese ambiente es que Rius crece y se forma como caricaturista con notable influencia de José Posada. En México, dibujar en caricatura es hacer monos, de ahí que se le denomine monero. Como monero Rius empezó en 1955 en la revista de humor Ja-Já, que no tiene nada que ver con las salchichas.
La política mejicana varió el rumbo de Cárdenas y aunque no renegó de sus orígenes, en términos teóricos, en la práctica se instaló una burocracia que llega hasta hoy. Y esa burocracia es uno de los blancos de Rius.

¿Cómo combatir el sistema establecido desde el mismo sistema? Es ahí donde Rius se enfrenta con los directivos de los principales periódicos de la época, del progresista PROCESO (revista), OVACIONES, El Universal, La Prensa…

En sus reflexiones, Rius volvió a la época en que Posada dibujaba sus calaveras fiesteras, las imprimía y las distribuía él mismo, como hacía Juan Antonio Alix con sus décimas en el Mercado de la calle del Comercio (España) en Santiago. Rius entonces decidió ser su propio patrón y funda la revista El Chamuco con el monero e historiador Rafael Barajas o el “Fisgón” en La Jornada y con José Hernández.

Luego formó un equipo que se convirtió en una magnífica maquinaria de producción y así surgen sus libros ilustrados con temas de interés político y sociológico. Su mayor afán era combatir la ignorancia con un método pedagógico infalible: el dibujo. Crea la serie para principiantes sobre Cuba, Marx, Lenin, Che, Nicaragua, etc. Los Agachados será otra serie con varios personajes y a modo de historietas. México es, en ese momento, el más grande consumidor de paquitos o muñequitos que aparecen como contrapartida a la invasión editorial de su vecino septentrional.

Frente a los alienantes Supermán, Batman, Pato Donald, Mickey, Rin Tin Tin, Lassie, Tarzán, etc., se imprimen en México Chanoc, Alma Grande, Juan sin Miedo, Supersabios, Memín, Hermelinda, Aniceto, las fotonovelas melcochosas y las de Santos el luchador, etc. con las mismas ideas de aquellos y vacías de contenido. l

Rius se impone en el mercado con “Los Agachados” y “Los Supermachos”, un esfuerzo gigantesco que traspasó las fronteras.
Durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (1968) fue secuestrado porque al presidente no le gustaban sus monos. Cárdenas que es de apellido del Río y del mismo Michoacán de Rius, intervino pidiendo no tocaran a su “sobrino”.

Ya le habían hecho el fusilamiento simulado al lado de una fosa lo que le provocó problemas con el corazón con los que vivió hasta su muerte.

Rius defendió, como caricaturista, su papel de periodista lo que le valió, al final, su reconocimiento como tal.

Le fue otorgado el Premio Nacional de Periodista en 1987 y en el 2010.

El caricaturista dibuja sus ideas, no la de otro; ilustra su pensamiento independiente y da a conocer su opinión mediante el más universal y antiguo lenguaje: el dibujo, repetía en sus conferencias.

El blanco de Rius es, en general, la ignorancia; pero al mismo tiempo o quizás por eso, se puede apreciar con claridad su batallar contra el machismo, que siempre se ha creído es mayor en el México mariachi. Su independencia como periodista es notable al declararle la guerra a las religiones y defender su ateísmo, algo imposible de levantar ante la fuerza de la Iglesia en cualquier país de América Latina (menos en Cuba).

Diferente a Charlie Hebdo

Su diferencia abismal del “humor” de Charlie Hebdo, a propósito de libertad de expresión, es que prioriza la inteligencia y el talento para combinarlo con el buen humor. Un humor osado y agudo que no cae en la mediocridad y la vulgaridad.

Justamente estas dos cualidades la hereda Charlie Hebdo de sus orígenes en Hara-Kiri y de su director Georget Bernier o el profesor Choron, misógeno y obsesionado con las expresiones vulgares del trasero y con la ambición de hacerse rico engañando a sus dibujantes.

De hecho, salvo Sempé, Tetsu, Chaval, Siné, Bosc, y un grupo reducido, el humor francés cae siempre en el “enculenismo”, como la gran gracia.

Rius es parte de un pequeño ejército de caricaturistas latinoamericanos, que con su pluma se han colocado al lado de las más nobles causas del continente.

En ese ejército hay que mencionar a Quino, Fontanarrosa, Nuez, Manuel Hernández, Mordillo, Palomo, Jaguar, Oski, Nine, sin descalificar a otros que no menciono.

Rius es noble, caballero, un gran profesor que le duele su México. Su combate a la comida basura es exquisito. La huella legada es inmensa.

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