El mito de las minas que “chupan el agua”

Desde la antigüedad la imaginación ha construido mitos para todo aquello que la gente no conoce o no entiende bien, porque un mito bien manipulado termina convirtiéndose en motivo de terror para una población que teme a lo desconocido, especialmente si eso nos pone en peligro, y fue así como desde niños escuchamos decir que el niño que siempre estaba muy delgado era porque una bruja “se lo estaba chupando”,

Desde la antigüedad la imaginación ha construido mitos para todo aquello que la gente no conoce o no entiende bien, porque un mito bien manipulado termina convirtiéndose en motivo de terror para una población que teme a lo desconocido, especialmente si eso nos pone en peligro, y fue así como desde niños escuchamos decir que el niño que siempre estaba muy delgado era porque una bruja “se lo estaba chupando”, o que en los bosques de Norteamérica habita un gigante de pies grandes, o que en los mares vive una sirena, o que una luz extraña en los cielos es un ovni tripulado por marcianos, o que la Rep. Dominicana se hundirá en la fosa de Milwaukee, o que el 31 de diciembre del 2000 (Y2K) todo reloj y equipo electrónico dejaría de funcionar, o que conforme al calendario maya el 21 de diciembre 2012 se acabaría el mundo. Hay muchos mitos.

Y los mitos se extienden a la minería, pues personas que no han trabajado en operaciones mineras, o que no simpatizan con la minería, argumentan que las minas son como las brujas que “se chupan” el agua de sus alrededores, por lo que toda región donde se ha de ubicar cualquier operación minera se ha de quedar sin agua, y bajo ese terrible y espantoso argumento de ficción se intimida a una parte importante de la población para que objete las operaciones mineras porque las minas van a “chupar” y a contaminar toda el agua que ellos necesitan para tomar, cocinar y cultivar alimentos, y hasta algunos ministros terminan diciendo, de buena fe, que “el agua vale más que el oro”, sin darse cuenta que una cosa no tiene absolutamente nada que ver con la otra, y veamos dos ejemplos muy bien conocidos.

1- Hay personas que dicen: “Las mineras de agregados se chuparon toda el agua del río Nizao, y cuando pasamos por el puente Lucas Días vemos la triste imagen del cauce seco y recordamos que 40 años atrás ese río parecía un mar de agua dulce”, sin ponderar que el río Nizao está represado en Jigüey, en Aguacate, en Valdesia y en Las Barías, siendo el único río del país que tiene 4 represas, y que desde la presa de Valdesia diariamente se envían 150 millones de galones de agua para los acueductos de Santo Domingo y San Cristóbal, y que desde Las Barías se envían diariamente 250 millones de galones de agua para el canal Marcos A. Cabral y 180 millones de galones de agua para el canal Nizao-Najayo, es decir, que al río Nizao se le sacan 580 millones de galones de agua diariamente para usos domésticos y agrícolas; y que son los acueductos y la agricultura (no las granceras) quienes “se están chupando el agua del Nizao”.
2- Otros dicen “la minería consume toda el agua de la población y la que no consume la contamina” pero usted puede ver que el río Yuna, que conforme a los datos hidrométricos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos es el río más caudaloso del país porque en promedio transita 91 metros cúbicos de agua por segundo, no obstante atravesar la zona de las 3 grandes operaciones mineras localizadas en Bonao, Maimón y Cotuí, y no obstante pasar justo al lado de los frentes mineros niquelíferos de loma Caribe y de la planta de proceso metalúrgico de loma Peguera, y recibir las aguas de los ríos que salen de las minas de cobre y oro de Cerro Maimón y de las minas de oro, plata y cobre de Pueblo Viejo, cuando usted muestrea el agua del río Yuna encuentra que de los grandes ríos dominicanos es el menos contaminado (y su contaminación es bacterial cloacal urbana, no minera), y el único que siempre transita un gran caudal, incluyendo en épocas de sequía, al extremo de que durante la gran sequía de los años 2013, 2014 y 2015 fue el río que mantuvo el mayor caudal, y como el río Yuna está represado en Hatillo, quedó evidenciado que mientras las presas de Tavera, Bao, Monción, Jigüey, Aguacate, Valdesia, Las Barías, Sabaneta y Sabana Yegua estaban casi secas, sumiendo al país en la mayor crisis de agua de esta generación, la presa de Hatillo era la única presa del país que se mantenía llena de agua, lo que contradice el mito de que las minas “se chupan” el agua de los ríos vecinos, porque los ríos y las presas donde no hay minería estaban secos, mientras el río Yuna y la presa de Hatillo, donde está toda la gran minería metálica del país, tenían la mayor cantidad de agua.
El secretismo con que siempre se han manejado las empresas mineras, sumado al famoso caso del arroyo Margajita, han ayudado a generalizar esos mitos, pero ya es tiempo de abrir las puertas de las empresas mineras e invitar con regularidad a miembros de la prensa, a políticos, ambientalistas, profesores y estudiantes, alcaldes y concejales, rotarios, iglesias, lideres empresariales y líderes de las comunidades vecinas para que conozcan cómo se desarrollan las operaciones mineras desde las canteras hasta la planta del proceso metalúrgico, pero muy especialmente para que todo el mundo conozca la forma en que las aguas se manejan en un circuito cerrado de reciclado para reutilización, y para que la gente vea que las empresas mineras no son las “chupadoras” ni las contaminadoras de las aguas vecinas.

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