Según la memoria de la Secretaría de Estado de Salud Pública, en el 1972 contábamos con 79 establecimientos hospitalarios, de los cuales 40 eran hospitales generales, 2 hospitales pediátricos, 1 hospital de maternidad, 5 hospitales para enfermedades crónicas y 31 subcentros de salud. Un total de 6,797 camas. Sin embargo, de acuerdo a los datos presentados en 1960, la misma Secretaría contabilizaba 6,700 camas en los hospitales de Salud Pública. En una década no había cambiado nada la oferta de camas a una población en aumento. Desde luego, la década del 1960 al 1970, marcada por la muerte de Trujillo, la guerra civil, la invasión extranjera y los procesos de inicio de nuestra democracia, pueden explicar la escasa inversión en nuestros hospitales. Hay que resaltar que, en ese año, se estaba construyendo la Maternidad de Los Mina y varios hospitales y subcentros de Salud en todo el país. También, y de acuerdo a la Memoria citada, se estaba en proceso de remodelación de los hospitales Luis Eduardo Aybar y Moscoso Puello, para aumentar su capacidad en más de 300 camas.

De acuerdo al director de la División de Epidemiología, Dr. Fabio Cabrera, lo más notable del 1972 fue la aparición de focos de Bilharziasis en Higüey y el Seibo. El detonante que movilizó a la Secretaría de Salud fue el diagnóstico de Bilharzia en un quiste extirpado por un neurocirujano a un joven de Higüey. Otras enfermedades de vigilancia epidemiológica mostraban estabilidad en sus estadísticas; y algunas, como la Sífilis, una importante reducción. Comenzaba a verse el resultado de campañas de vacunación a las que se daba seguimiento. El Dr. Cabrera hacía grandes esfuerzos en esa división para darnos informaciones fiables. En su reporte, el Dr. Cabrera hacía énfasis en que muchas enfermedades congénitas, se presentaban con mayor incidencia en las zonas rurales y lo atribuía a que las madres no acudían a los centros maternoinfantiles. Las contribuciones de los Clubes Rotarios y de CARE eran también importantes para la población. En 1972, el director de CARE era el sacerdote Euribiades Concepción, y esa institución donó más de 90,000 dosis de vacunas contra la influenza, para ser distribuidas en las poblaciones como Constanza o Jarabacoa, en que esa enfermedad presenta mayor incidencia y prevalencia.

En ese año, las investigaciones se llevaban con bastante rigor bajo la supervisión del Dr. Fabio Cabrera, y los datos estadísticos estaban bajo la supervisión del Dr. Vitorio Ortori. De igual forma, las campañas contra la Lepra y la Tuberculosis eran de singular importancia. La lucha contra la Lepra la hacían la Secretaría de Salud con el Leprocomio Nacional y el Instituto Dermatológico, organización privada con subvención estatal, dirigida por el Dr. Humberto Bogaert. El hospital antituberculoso contaba con 550 camas, pero solo estaban ocupadas en un 60% en 1972.

En 1972, el Hospital Sanatorio Infantil Antituberculoso, “El Santo Socorro”, contaba con 120 camas. Su tasa de mortalidad era de 5.2, mayor que la de otros centros del sistema hospitalario, posiblemente por la situación más severa de los pacientes de esta enfermedad. En ese mismo periodo, el Hospital “Juan Pablo Pina”, de San Cristóbal, reportaba una tasa de mortalidad de 1.6; ese hospital contaba con 170 camas. En la década del 1960, el Hospital de San Cristóbal perdió muchos pacientes, que se trasladaban a la ciudad capital, en donde estaban creándose más centros de atención con mayores equipos. La caída de la Tiranía de Trujillo provocó que se descuidara un poco ese hospital, que fue un gran centro de educación y de servicios médicos.

En Barahona, el Hospital “Jaime Mota” había ofrecido más de 20,000 consultas, de las cuales el 40% era de Pediatría y el 30% de Obstetricia y Ginecología. No se dan reportes del número de camas disponibles. También en la región sur, el Hospital “General Melenciano”, de Jimaní, contaba con 16 camas y una ocupación promedio del 50%. No se realizaban cirugías mayores en ese hospital.

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