El título de este artículo es el del informe que la Asociación Dominicana de Exportadores (ADOEXPO), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana (CEI-RD) acaban de dar a conocer en el marco de Dominicana Exporta. Formé parte, junto a Elka Scheker y Juan Labraga, del equipo que lo elaboró.
Rezago exportador y estancamiento de la inversión extranjera
El informe revela dos importantes elementos que mueven a preocupación. Primero, que a lo largo de la última década y media, las exportaciones bienes se han estancado, y que aunque las de servicio comandadas por el turismo, han crecido, esto ha sido insuficiente como para hacer del sector externo uno dinámico. El resultado ha sido que, entre 2000 y 2016, el valor de las exportaciones reales per cápita de bienes ha crecido a una tasa media anual de 0%, y si descontásemos el valor de las exportaciones mineras, favorecidas coyunturalmente por los altos precios, el crecimiento medio anual sería negativo. Igualmente, como proporción del PIB, el valor de las exportaciones de bienes y servicios declinó desde 37% en 2000 hasta 25% en 2016, evidenciando que otros sectores en la economía crecieron más rápidamente que el sector exportador y el turismo. Esto pone en enormes aprietos al crecimiento de largo plazo porque indica que la economía no está generando divisas “propias” para sostener el crecimiento de esos otros sectores y de la economía en su conjunto, que necesitan importar insumos claves para operar y crecer.
Hay que indicar, no obstante, que las exportaciones de bienes se han reestructurado de forma significativa. Han emergido nuevos productos líderes como los dispositivos médicos, los cigarros, los bananos y el cacao, que han permitido compensar la caída de productos tradicionales como las confecciones textiles. También se han abierto nuevos mercados, en especial el de Haití.
Segundo, aunque la inversión extranjera directa (IED) ha crecido de forma significativa a lo largo de la últimas dos décadas y el país se ha convertido en el principal receptor en el Caribe, desde finales de la década pasada ha dejado de crecer, estabilizándose en poco más de 2 mil millones de dólares por año. Sin embargo, sólo un tercio de esas inversiones tiene vocación exportadora por lo que el resto tiene más bien vocación de ser demandante neta de divisas. Más aún, en la actualidad, la repatriación anual de utilidades supera el monto de recursos recibidos por nueva inversión.
Los problemas
De allí que sea urgente que la política pública establezca como una prioridad lograr que las exportaciones y la inversión extranjera ganen dinamismo. Pero no cualquier exportación o cualquier inversión, sino unas exportaciones que además de generar más divisas para que la economía pueda crecer en su conjunto, esas que nos harán falta en breve cuando estemos obligados a reducir los créditos externos al sector público, también halen a otros sectores, generen muchos empleos y también creen empleos de calidad. Igualmente, hay que impulsar una inversión extranjera con vocación exportadora, generadora de empleos, que compre más a empresas nacionales, y que derrame conocimientos sobre el resto de las empresas.
El estudio advierte que, desafortunadamente, eso no se logra con lo que tenemos:
a) con incentivos que no responden a intereses estratégicos del país como la creación de cadenas de valor y la participación activa de pequeñas empresas en ellas,
b) con incentivos que no responden a un análisis estratégico y objetivo de las tendencias del comercio internacional y de la inversión,
c) con incentivos que no discriminan entre diferentes tipos de inversión extranjera y entre diferentes tipos de empresas exportadoras, y que tienden a ser perennes,
d) con un conjunto de programas de apoyo y fomento que están dispersos y que son frecuentemente redundantes,
e) con una agencia responsable de promover las exportaciones y atraer inversiones con restringidas capacidades para hacer su trabajo,
f) con un entramado institucional y de procesos confuso, y lleno de duplicidades y superposiciones, que proyecta una imagen caótica hacia el exterior, y
g) con un sector público que, en general, es poco cooperativo entre sí, con escasa conciencia de la importancia de exportar y de atraer empresas extranjeras de calidad, y que no se articula con efectividad para impulsar esos objetivos.
El estudio encontró que en el país prevalecen unas brechas muy significativas entre las prácticas estándar a nivel internacional y las que imperan en el país en la promoción de exportaciones, en el manejo de la Marca País, en la atracción de inversiones y en el manejo de la ventanilla única de comercio exterior y de inversiones. En ningún caso el país logra rebasar el 30% de lo que, de manera regular, hacen en otras partes del mundo en estas materias.
Es cierto que hay un tema de fondo en el precario desempeño exportador dominicano: las limitadas capacidades productivas y competitivas de nuestras empresas en general, y del Estado mismo en la provisión de servicios públicos que inciden directamente en los procesos productivos. Cambiar eso debe estar en el centro de la agenda económica de largo plazo.
Las soluciones
A pesar de eso, el estudio argumenta que el país podría incrementar significativamente sus exportaciones, expandir el número de empresas que exportan directa o indirectamente, especialmente pequeñas y medianas, y atraer más inversión extranjera y de más calidad, que cree más y mejores empleos y que exporten, si se fortalece la capacidad del CEI-RD y se articula un ecosistema facilitador. El argumento de fondo es que hay un importante potencial escondido para exportar en el país, y que servicios públicos de calidad de promoción de exportaciones contribuirían a explotarlo.
Avanzar en esa dirección supondría:
1. transformar al CEI-RD en una agencia especializada en servicios de información, captación y acompañamiento de inversionistas, y que sirva como guía de los exportadores. Esto incluye lograr mejorar las capacidades humanas y proveer incentivos adecuados al personal, y adecuar la infraestructura tecnológica.
2. que el CEI-RD adopte la marca ProDominicana, para fines de fácil reconocimiento internacional, como lo tienen otros países;
3. que el CEI-RD se articule más directamente con la Presidencia de la República para impulsar una mejor articulación de los demás actores estatales indispensables para exportar y atraer inversiones de calidad (p.e. Salud Pública, Agricultura, INDOCAL, Aduanas y gobiernos locales) y de éstos con los actores privados. Todos ellos conforman el entramado institucional del comercio exterior y son el esqueleto del ecosistema que está llamado facilitarlo;
4. convertir al CEI-RD en un centro de información de actividades y servicios que ofrecen todas las instituciones públicas relevantes para exportadores e inversionistas;
5. dotarse e implementar una efectiva estrategia nacional de promoción de exportaciones fundamentada en la identificación de oportunidades;
6. dotarse e implementar una efectiva estrategia de atracción de inversiones que contribuyan al desarrollo de encadenamientos productivos; y
7. impulsar acciones que promuevan la internacionalización de pequeñas y medianas empresas con vocación exportadora.
La agenda de reformas que plantea el estudio es más amplia y ambiciosa, pero identifica éstas como metas de mediano plazo que se pueden alcanzar y que a la vez tendrían un alto impacto en el desempeño de las exportaciones y de la inversión. Estima que, en un escenario moderado, en 4 años se podría incrementar las exportaciones en un 12%, hacer crecer el empleo directo en 5%, y sumando el empleo indirecto, incrementaría el empleo total del país en 6%, y se lograría que 100 nuevas pequeñas empresas sean exportadoras. En 15 años, los números serían mucho mayores.
Estamos obligados a derribar las barreras que restringen a nuestras empresas de internacionalizarse, y que impiden que atraigamos la inversión que necesita el desarrollo y el bienestar. ADOEXPO, el CEI-RD y el BID se ha atrevido a proponer una hoja de ruta. Merecen tener el respaldo al más alto nivel.