Arenas y areniscas anteriores al pez loro

En nuestro artículo de la pasada semana decíamos que los mares de nuestro planeta han estado recibiendo y acumulando arenas desde mil millones de años antes de que en el período Precámbrico apareciera la vida en forma de organismos unicelulares&#8230

En nuestro artículo de la pasada semana decíamos que los mares de nuestro planeta han estado recibiendo y acumulando arenas desde mil millones de años antes de que en el período Precámbrico apareciera la vida en forma de organismos unicelulares procariotas y eucariotas (aparecidos hace unos 3,500 millones de años), es decir, que hace 4,500 millones de años, cuando sobre la faz de la Tierra no había ningún tipo de vida, ya las primeras lluvias iniciaban los procesos de erosión, transporte y sedimentación de partículas de rocas hacia mares que comenzaban su proceso de formación y crecimiento gracias a que las corrientes convectivas magmáticas generan empujes laterales que cuando alcanzan superar la resistencia máxima de las rocas rompen la corteza terrestre en fragmentos de placas tectónicas que al desplazarse lateralmente comprimen territorios continentales y expanden los territorios marinos en una dinámica de placas que no cesa gracias a las altas temperaturas del núcleo incandescente de nuestro planeta Tierra.

Carl O. Dumbar, profesor emérito de paleontología y estratigrafía en la universidad de Yale, escribió en su libro Historical Geology que una de las más notables exposiciones de rocas precámbricas del planeta Tierra puede observarse en los cortes del Gran Cañón del río Colorado, el cual atraviesa la zona de Las Vegas, Nevada, Estados Unidos, donde “las cuarcitas son frecuentes en el complejo Vishnú, y aunque están recristalizadas muestran algunas huellas de estratificación, y aún estratificación cruzada, que revelan un origen sedimentario”; y todo geólogo sabe muy bien que las cuarcitas se forman a partir de preexistentes arenas de cuarzo (SiO2) que al cementarse y litificarse se convierten en areniscas cuarcíferas que posteriormente se transforman en cuarcitas al sufrir metamorfismo recristalizante por altas temperaturas y altas presiones generadas por contacto con rocas intrusivas calientes o por empujes tectónicos regionales, lo que indica que para que existan cuarcitas precámbricas en la base del Gran Cañón del río Colorado debieron existir primero arenas silíceas precámbricas que se acumularon, cementaron y recristalizaron. Y suponemos que eso está muy claro.

J. F. Pettijohn, autor del famoso libro Sand and Sandstone, el cual es una biblia en materia de arenas y areniscas, escribe que “las arenas han demostrado ser muy útiles en el estudio del desarrollo y evolución de los continentes e incluso en la evolución de nuestro planeta como un todo”, y describe una muy bien conservada secuencia volcano-sedimentaria expuesta en el distrito de Mackenzie, Canadá, donde la base está integrada por areniscas de cuarzo formadas a partir de arenas silíceas (SiO2) desprendidas por erosión de una corteza continental estable (cratón) durante la fase preorogénica ocurrida entre 1,750 y 2,000 millones de años atrás, es decir, que esas arenas de cuarzo y las posteriores cuarzoareniscas se formaron antes de que se formaran las montañas de Canadá, cuando todavía no existían los peces en los mares, y para cualquier geólogo investigador eso está bien claro.

Simon Conway-Morris, profesor investigador de la universidad de Cambridge, al explorar en el año 2012 las rocas expuestas en el Cañón de Mármol del Parque Nacional de Koontenay, en el oeste de Canadá, encontró 44 fósiles del pez Metaspriggina, el cual es el pez fósil más antiguo encontrado hasta ahora en nuestro planeta pues se calcula que vivió en el período Cámbrico hace unos 505 millones de años, lo que indica que cuando los primeros peces aparecieron sobre la faz de la Tierra ya las arenas tenían unos 4,000 millones de años depositándose en los mares primitivos fruto de los procesos de erosión, transporte y sedimentación generados por los ríos que al correr sobre afloramientos de rocas desprenden partículas arenosas que llegan hasta los mares, a lo cual se sumaron luego las corrientes marinas que al golpear arrecifes coralinos desprenden partículas calcáreas del tamaño de la arena.

En nuestras investigaciones geológicas de la Región Suroeste y la cuenca del lago Enriquillo, publicadas en el año 1983 por el Museo Nacional de Historia Natural, reportamos que las areniscas rojizas de la formación Las Salinas fueron cortadas entre los 600 y los 2,600 metros de profundidad del pozo de exploración petrolera Charco Largo, ubicado en la comunidad de Mella, areniscas que se litificaron hace unos 10 a 15 millones de años a partir de la cementación de las arenas acumuladas en el fondo del antiguo canal marino de Enriquillo que en el Mioceno medio separaba las sierras de Neiba y de Bahoruco, por lo que cuando el pez loro apareció en nuestros mares tropicales ya en el fondo de la cuenca de Enriquillo había una capa de arenas y areniscas de 2,000 metros de espesor.

De ahí que atribuirle al pez loro la producción de las arenas que vemos en nuestras playas es sobredimensionar las cantidades de arenas calcáreas excretadas por el pez al no poder metabolizar los pequeños fragmentos minerales coralinos que involuntariamente entran a su estómago al comer las algas marinas adheridas a los frágiles esqueletos coralinos arrecifales.

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