Es absolutamente cierto que en la Marcha Verde participa una diversidad de expresiones políticas. Desde los intensamente deseosos de que se supere la corrupción y la impunidad para hacer vivible el país, hasta los que expresan a viva voz que Danilo y el PLD deben ser sacados del Poder e instalar un gobierno provisional que llame a elecciones en un año, pasando por los que ya no ocultan su interés de que el PLD llegue arrastrándose al 2020 con una anunciada muerte electoral.
La mayoría de los participantes son de sectores de clase media que arrastran a unos pocos sectores populares, sobre los cuales influyen. Esos son los legítimos aspirantes de que este flagelo de la corrupción y la impunidad se supere.
Los que propician sacar al Presidente del poder y formar un gobierno provisional, son grupos vinculados o influidos por tradicionales dirigentes y núcleos de “izquierdas” que siempre están “al fondo y la derecha”; con ellos oportunistas y conocidos personajes a quienes por sus conductas la misma Marcha repudia.
El tercer componente se manifiesta, pero no se deja ver ni registra su participación. Son grupos económicos que contribuyen con el financiamiento; desean sacar a Danilo y al PLD del poder para el 2020, desacreditándolos desde ahora.
Sin dudas este último es la más peligrosa expresión política, no solo por aquello “de que el que paga manda”, sino porque sus propósitos cuentan con un diseño estratégico bien pagado. Se encuentran ahí los más voraces empresarios, con tradición manipuladora (beneficiados por la estabilidad y crecimiento macroeconómico propiciado por los gobierno del PLD) y que no esconden su interés en privatizar Punta Catalina, el Banco de Reservas (porque ellos fracasaron organizando un banco que no progresa), negociar su participación en el Metro, empezar con tiempo a controlar las aguas represadas y potables e influir en los poderes Judicial y Ejecutivo.
Descartan a los partidos de oposición existentes y pretenden crear nuevos liderazgos individuales que respondan a ellos, a esos grupos económicos, no a una organización. Hicieron un ensayo exitoso con David Collado, Alcalde del DN, y además de él le venden la idea al Procurador que por el “éxito” de los arrestos se ha convertido en figura presidenciable. La idea es desplazar junto al PLD a todo el sistema partidario.
Los sectores políticos organizados no parece estar advertidos; más bien, comparten participación con ellos bajo la necesaria oposición al Gobierno. Dentro del PLD no se está completamente advertido, a pesar de que desde hace cuatro años se ha hablado del “Guión de Brasil”, como drama, por ser comedia y tragedia, repetido con casi ninguna variante que en aquel país.
Si en el seno del PLD (la parte que gobierna), por el conocido mareo del que está en el poder, se cree que lo que se ha hecho reposiciona al presidente, se irá dando cuenta que las demandas sobre nuevos sometimientos será creciente, con razones o sin ellas, hasta llegar a Punta Catalina.
La otra parte tiene claro que en la “unidad interna está el respeto a los acuerdos”. Esos acuerdos deben sellarse porque mientras más se retrasen más agrietan el partido y alejan la recuperación política del Gobierno. Es ahora y no más tarde, para retener sin consecuencias el poder en el 2020. l