¿Cómo me impacta el movimiento sobre alimentarnos de lo local?

Muchos dominicanos recordarán el surgimiento algunas décadas atrás de los “mercados de productores”, destinados a abaratar los costos de los productos agropecuarios al eliminar la intermediación, poniendo en contacto directo al consumidor…

Muchos dominicanos recordarán el surgimiento algunas décadas atrás de los “mercados de productores”, destinados a abaratar los costos de los productos agropecuarios al eliminar la intermediación, poniendo en contacto directo al consumidor con el productor.

Esa es la esencia de una tendencia muy en boga a nivel de territorios continentales y grandes ciudades, el llamado movimiento por lo local (local movement). Un mecanismo destinado a dinamizar la economía de pequeñas ciudades y pueblos.

Más allá del aspecto económico, ésta es una propuesta a considerar cuando se trata de alimentación completa y saludable.

Definitivamente no es lo mismo consumir un producto fresco, a nuestro alcance poco tiempo después de su cosecha, que uno que ha transitado largas distancias y tiempo para llegar a los mercados.

La composición nutricional de un alimento no es una condición fija sino variable, en función de factores intrínsecos, como la genética individual, y extrínsecos, como la riqueza o pobreza del suelo, el grado de maduración, manipulación, entre otros.

Así, un factor influyente es el tiempo transcurrido entre la producción de ese vegetal y su momento de consumo.

Actualmente es muy común en nuestros supermercados resaltar la condición de “importado” de productos como pescados, mariscos, carnes y determinados vegetales. Se da por sentado que por ser producidos fuera del país, presuntamente mediante técnicas agropecuarias más avanzadas, aportarán una garantía de mayor calidad al consumidor, amén de que por razones de competitividad en algunos casos llegan a ser ofertados a precios menores que los de producción local.

Esa es una verdad a medias. Ciertamente mejores técnicas de producción están llamadas a repercutir en mejor calidad nutricional del alimento, pero asimismo, distancias largas entre centro de cultivo y consumidor, la impactan negativamente.

En lo que concierne a productos como el pescado fresco, que ahora podemos adquirir en nuestros supermercados provenientes de sitios tan lejanos como Brasil, Argentina o Vietnam, favorezco consumir el de producción local, con una añadida calidad nutricional si es de mar, no de criaderos.

En conclusión, consumir “local” connota alimentarnos mejor. No deja de traer sus preocupaciones también (pesticidas, ambiente de los mataderos, higiene, etc).

Se vuelve necesario ser vigilantes y exigentes como sociedad, en cuanto al cumplimiento de normas idóneas de producción de alimentos. Y claro, la alternativa “orgánica” –para quienes puedan costearla-, puede ser considerada cuando falta confianza en la idoneidad de los procesos de producción del alimento.

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