Artritis, un mal que también afecta a los niños

Aunque a algunas personas les parezca inconcebible, los niños, al igual que los adultos, pueden padecer inflamación en las articulaciones.

Aunque a algunas personas les parezca inconcebible, los niños, al igual que los adultos, pueden padecer inflamación en las articulaciones. El médico reumatólogo, Rafael Alba Feriz, sostiene que la artritis idiopática juvenil (AIJ) es la enfermedad reumática crónica más común en infantes, siendo causa de discapacidad y ceguera en este grupo etario.

El doctor explica que el término AIJ engloba todas las formas de artritis que inician antes de los 16 años de vida, que persisten por más de seis semanas, y que su origen permanece aún desconocido.

“La edad de comienzo de la AIJ es entre el primer año y los tres de vida. Es raro que afecte a los niños antes de los seis meses de edad”. Esta enfermedad, según el tipo, es dos veces más frecuente en niñas que en varones.

Este no es un padecimiento infrecuente. Su prevalencia e incidencia varía alrededor del mundo, donde se refleja la influencia de la raza, susceptibilidad inmunogenética e influencia ambiental en su manifestación, dice el doctor.

Síntomas

En la mayoría de los casos, Alba Feriz explica que la artritis comienza en forma insidiosa, pero puede presentarse con signos claros de inflamación aguda: calor, eritema local (enrojecimiento e inflamación de la piel), aumento de temperatura, dolor y pérdida de movimiento, así como dolor tras el movimiento de las extremidades y tumefacción (hinchazón que se forma en una parte del cuerpo), estas últimas son las más frecuentes, detalla el reumatólogo.

“La apariencia imperceptible ocurre hasta en un 25 por ciento de los casos y, por lo general, estos niños son traídos a la consulta por presentar limitación al movimiento articular o debido al desarrollo de posiciones anómalas”, expresa.

Otros síntomas, como la fatiga, cansancio, son comunes en los niños con formas poliarticular o sistemática (tipo de artritis reumatoide juvenil, que afecta entre una y cinco articulaciones) al inicio o durante la permanencia de la enfermedad. Los niños pueden expresar la fatiga como somnolencia, falta de energía o irritabilidad, destaca el doctor.

También puede ocurrir hiporexia (pérdida parcial del apetito), pérdida de peso y retraso de crecimiento.

Causas

La causa de esta afección permanece aún desconocida y los mecanismos patogénicos no están aún esclarecidos. Sin embargo, existen componentes genéticos y ambientales que están relacionados con la misma, dice Alba Feriz.

Según el reumatólogo, hay evidencias de que los diferentes subgrupos de esta heterogénea enfermedad puedan representar diferentes naturalezas, cada una de ellas con mecanismos patogénicos propios. Entre los factores implicados están: los genéticos, ambientales (infecciones virales o bacterianas, estrés psicológico, etc), e inmunológicos, además de niveles hormonales anormales y trauma físico, entre otros.

Consecuencias

Alba Feriz explica que la persistencia de inflamación sinovial (fluido viscoso y transparente que se encuentra en las articulaciones), ocasiona lesiones cartilaginosas que con el tiempo provocan limitación y deformidad articular. La anquilosis (imposibilidad de movimiento en una articulación) se observa con mayor frecuencia en niños que en adultos, particularmente en los huesos del carpo, tarso y articulaciones interapofisarias cervicales.

“Es muy común que la persistencia de artritis ocasione en niños diversas alteraciones de la maduración ósea, que se contemplan como trastornos de crecimiento”.

La temporomaxilar (articulación) se afecta con frecuencia en niños con AIJ, provocando dolor durante la masticación y contribuye, por cierto, al desarrollo de micrognatia y disminución de la apertura bucal.

En el caso de la articulación coxofemoral (articulación de la cadera) puede afectarse desde periodos iniciales de la enfermedad, no solo por su frecuencia, sino también por la repercusión que tiene sobre la capacidad funcional del paciente, señala el doctor.
La artritis de rodilla debe ser evaluada cuidadosamente porque su persistencia conduce a una “actitud en flexión” que puede comprometer el caminar del niño o la niña, expone Alba Feriz.

Por otro lado, el 38 por ciento de los pacientes desarrollan una severa pérdida de la agudeza visual. La uveítis (efermedad del ojo) no tratada o mal controlada se asocia con complicaciones oculares que pueden conducir a la ceguera. Mientras que la iridociclitis crónica (IRC) (enfermedad del ojo) que ocurre en las formas “mono” u oligoarticulares en el inicio de la enfermedad, afecta por lo regular las niñas cuyas edades oscilan entre los seis a ocho años.

Mortalidad
“El retraso del diagnóstico, así como el atraso en el inicio de un tratamiento adecuado cuando un niño tiene la condición, son factores asociados a un mal pronóstico clínico funcional” dice el doctor.

Asimismo, explica que la tasa de mortalidad ha sido documentada entre el 0.5 y el 4 %, siendo esta aún mayor en la forma denominada sistémica de la enfermedad. “Una causa que ocasiona severa morbimortalidad en este grupo de pacientes es la ocurrencia del síndrome de activación macrofágica (reacción patológica inflamatoria sistémica)”, afirma Alba Feriz.

Tratamiento

Para el doctor, el abordaje terapéutico debe estar centrado en la familia del paciente y debe ser provisto por un equipo médico entrenado en esta patología: el reumatólogo pediatra, pediatra clínico, ortopedista, oftalmólogo, terapista físico y ocupacional, psicólogo y asistente social.

Con el tratamiento se intenta alcanzar el control completo de la enfermedad (lograr la remisión, objetivo principal), preservando la integridad física y psicológica del niño, previendo complicaciones a largo plazo relacionadas con la misma enfermedad o su medicación. “Dado que la AIJ no tiene una naturaleza única, los abordajes terapéuticos varían según categoría o subtipo de artritis”, asegura el reumatólogo.

Además, el abordaje terapéutico incluye una adecuada explicación de la enfermedad al niño y su familia, asesoramiento sobre las actividad física que el niño puede desarrollar de acuerdo al grado de actividad de la enfermedad, un programa de ejercicios terapéuticos y farmacológico.

Incluso, el doctor recomienda la utilización en bajas dosis de metotrexate y de nuevos agentes terapéuticos, como son los agentes biológicos.

Sin dudas, Alba Feriz asegura que se debe tener la oportunidad de tratar la enfermedad en sus estadios iniciales, donde la respuesta a tratamientos más agresivos suele ser más favorable. “La gran oportunidad es tratar este mal en estadios tempranos antes de que aparezcan lesiones irreversibles (período conocido como ventana de oportunidad)”, puntualiza.

Medidas
Esta enfermedad se controla al igual que otras enfermedades crónicas, como son la diabetes y la hipertensión arterial. Con su tratamiento se consigue un mejor pronóstico, evitando deformidades, complicaciones, invalidez y muerte en los infantes que la padecen.

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