La metamorfosis del presidente Trump

Este personaje que hace apenas unas horas se dirigió a ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos, con aire prudente, conciliador, educado, optimista, inclusivo, y casi democrático, intentaba convencernos de que no es la misma persona zafia,&#823

Este personaje que hace apenas unas horas se dirigió a ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos, con aire prudente, conciliador, educado, optimista, inclusivo, y casi democrático, intentaba convencernos de que no es la misma persona zafia, vulgar, racista, violenta, vengativa y xenófoba, narcisista, egoísta y soberbia que conocimos desde sus tiempos de candidato, y ya como presidente de los Estados Unidos.

La metamorfosis no ha sido creíble, y habla de un entorno de asesores de imagen y  mercadólogos políticos desesperados que intentan estafarnos con la versión light de su persona, ampliamente reñida  y reiteradamente desmentida  por la realidad y la naturaleza del actual mandatario norteamericano.

El objetivo ha sido lavar la cara, y solo la cara, del presidente electo peor valorado en los inicios de su mandato, en toda la dilatada historia nacional: a duras penas es aceptado por menos del 50% de los norteamericanos, cuando en este mismo período Barack Obama rebasaba el 90%. Y se sabe que las cifras son de un rechazo abismalmente mayor en el resto de las naciones del planeta, incluidos sus aliados europeos y asiáticos.

Después de presentar a la nación y al mundo el espectáculo de su falsa conversión, Donald Trump se ha retirado a la Casa Blanca envuelto en el incienso  cómplice de la mayoría republicana en el Congreso, algo que se daba por descontado, y que ha interrumpido con 94 aplausos un discurso lleno de promesas vacías, retórica hueca, falso optimismo mentiras y medias verdades.

En el análisis publicado por  The New York Times, como es práctica habitual del diario, después de ser pronunciados este tipo de discurso, y conocida como Fact Check, o comprobación de datos, se apuntan 14 exageraciones, manipulaciones o puras mentiras incluidas deliberadamente en el texto por los asesores del  Presidente. No es de extrañar en el reinado de la posverdad y los “datos alternativos”, y mucho menos si recordamos que el estratega en jefe del gabinete Trump es ese mitómano, manipulador incorregible y sin remordimientos que es Stephen Bannon, para quien la historia, las ciencias, la opinión pública, la ética profesional y la moral son solo válidas cuando aceptan que les sea torcido el brazo en pro de Donald Trump.

Entre los puntos  del discurso de Trump más abiertamente falsos y manipuladores están el de su alegado respeto a la comunidad afroamericana, difícil de creer en quien se ha rodeado de altos funcionarios blancos y multimillonarios; el de que es “…depositario de la antorcha de la libertad, la verdad y la  justicia con la cual iluminará al mundo”, en boca de quien acaba de decretar políticas racistas, antiinmigrantes y ha declarado su propósito de elevar en $54,000,000,000 el presupuesto militar del país, y finalmente, la declaración reiterada de que “hará grande a América de nuevo”, prohibiendo de manera contraria a las reglas del libre flujo de capitales y de mercado  en las que se basa el mundo globalizado, que las empresas norteamericanas inviertan fuera del país, con lo cual se hará más pobre al resto del mundo subdesarrollado, y aumentarán los intentos de buscar trabajo y estabilidad económica emigrando a países del primer mundo, especialmente  a los Estados Unidos, con lo cual se entrará en una espiral confrontacional que implicará, irremisiblemente, en algún momento del proceso, el uso de la fuerza.

No menos falsas son sus declaraciones en defensa del  medio ambiente, cuando promueve un nuevo despliegue de industrias contaminantes, como la de extracción y uso del carbón, y la construcción, a la fuerza, de los oleoductos de Dakota y Keystone, antes prohibidos. Es increíble, prometer al pueblo norteamericano una pronta derrota definitiva de ISIS, fenómenos sumamente complejo, y al que no se podrá vencer solo por medios militares. Es absolutamente falso, y carente de la menor evidencia,  que quien persigue a sus adversarios políticos, no tolera opiniones contrarias a las suyas, y está dispuesto a apelar a la fuerza bruta, antes que a la razón y al tacto, sea hoy un abanderado de la colaboración bipartidista y de la unidad nacional, cuando ha provocado la mayor fractura nacional, desde la guerra de Vietnam.

Como ha declarado Bernie Sanders, “Trump no puede ser antisistema, porque Trump es el sistema”.

Y cuando el máximo representante de un sistema apela a manipulaciones y sofisma, y miente descaradamente, no importa que se cubra con la más virginal de las pieles de oveja: lobo se queda.

“Tal parece que Donald Trump, quería emular lo sucedido con Saulo de Tarso, quien se convirtiese de perseguidor de los cristianos en el apóstol San Pablo, tras haber tenido una revelación en su camino a Damasco”, expresó Miguel Mejía, secretario general del Movimiento Inzzquierda unida (MIU).

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