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Muchas enfermedades orgánicas son asintomáticas, es decir no presentan ningún tipo de manifestación al organismo. En cuanto a los trastornos psicológicos, sí existen muchas condiciones que van encendiendo luz de alarma, que si atendemos a tiempo&#82

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Hace unos años, me reuní con una alta ejecutiva, la cual  me hizo el siguiente planteamiento: “He pedido hablar contigo, porque entiendo que, dada la magnitud de mi trabajo, este me permite apenas ver mis hijos, y en estos momentos, creo que…

Muchas enfermedades orgánicas son asintomáticas, es decir no presentan ningún tipo de manifestación al organismo. En cuanto a los trastornos psicológicos, sí existen muchas condiciones que van encendiendo luz de alarma, que si atendemos a tiempo podríamos evitarlas. Durante esta semana se han operado hechos irreparables, en varias familias, con características escalofriantes. Hasta el cansancio, hemos enfocado la necesidad de que se enfatice la familia como ente principal para una sociedad sana, ya que con familias sanas tendremos sociedades sanas. La violencia intrafamiliar aparece poco a poco. Se inicia con discusiones, amenazas y falta de respeto entre los cónyuges y conlleva a que esto último se manifieste en los demás miembros. Los niños se van formando según los padres sean su ejemplo y asumen esto como patrón de vida. Estos episodios vistos a diario se evitan si tanto familiares como cercanos buscan ayuda a tiempo. Sin embargo, no sólo hacen negación de su realidad justificando los problemas del día a día, sino que quienes han recibido apoyo profesional no lo han tomado con responsabilidad.

Cuando se da un caso de muerte por asesinato, todos los cercanos conocían los problemas que existían, pero nadie hizo nada. Trabajar las familias es de urgencia, retomando valores morales, cristianos, entre otros. Familias, escuelas, iglesias, juntas de vecinos deben solicitar a los profesionales de la salud mental empezar a combatir con seguimiento y tratamientos adecuados a aquellos hogares que los necesitan. Son muchas las mujeres que acuden a mí para que les ayude a manejar problemas de violencia de sus maridos que, paradójicamente, van justificando y aún piden resolverlos. Cuando les cuestiono si han sido agredidas físicamente, tratan de disimular por vergüenza. Hace un tiempo, una joven de 28 años me confesó que su cónyuge le golpeaba y dijo: “bueno, yo también tengo la culpa de que me dé, porque le respondo cuando me insulta”. Con esto podemos ver que no tiene conciencia de que bajo ninguna razón él debe agredirla, ni con insultos ni físicamente. Aún falta concienciar sobre la vida en pareja, que debe estar basada en el respeto y la consideración. Es urgente enseñar que las familias se enferman y que sus miembros hay que cuidarlos, tomando medidas a tiempo.

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Hace unos años, me reuní con una alta ejecutiva, la cual  me hizo el siguiente planteamiento: “He pedido hablar contigo, porque entiendo que, dada la magnitud de mi trabajo, este me permite apenas ver mis hijos, y en estos momentos, creo que estoy perdiendo el control de los mismos”. Ésta continuó diciendo: “Entiendo que no he podido darle el tiempo suficiente a mi familia, mis hijos ya crecieron, descubro que no he controlado su círculo de amigos”.

Manifestando necesitar ayuda, lo que solo quedó en una conversación. Uno o dos años después, en primera plana de todos los periódicos, aparece el asesinato de un menor, donde uno de los imputados era, precisamente, hijo de esta señora.

La evasión dada en este caso, llegó a un hecho jamás imaginado por los progenitores de este joven.

Cada vez son más los padres que se acercan a mí, y me preguntan acerca de la mejor manera de educar a sus hijos, ya que, muchas veces, todo lo que imponemos en nuestra familia es inverso a lo que prima en la mayoría de la sociedad. Como nunca antes, la educación familiar se hace cada vez más difícil, ya que mantenemos de manera permanente una lucha entre las imposiciones propias de nuestras familias y aquellas que nos impone el exterior, es decir, la sociedad que nos circunda. Vivimos una época, en la cual, desgraciadamente, todo es permitido, pero nunca podemos perder las directrices que tenemos trazadas para nuestros hogares.

Tomando como ejemplo este caso, es obvio que nosotros como padres, si mantenemos una permanente atención hacia nuestros hijos, muchas cosas podremos evitar. Sé que a veces es difícil mantener reglas, decisiones y posiciones que, aunque no agraden a los hijos, sabemos que es la única vía que asegura un buen futuro para los mismos.

Ahora bien, así como las enfermedades físicas presentan, en su mayoría, uno que otro síntoma, de igual manera, cuando algún miembro, dentro de la familia, no anda bien, también tenemos que aprender a distinguirlo. En nuestra cultura suele decirse: “El último en enterarse es el de casa”. Pero esto no es así, porque en familias donde hay canales adecuados de comunicación, cualquier cambio es percibido de inmediato. No te descuides.

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