Reto de la Cámara de Cuentas

El Congreso Nacional acaba de concluir la escogencia de los miembros de la Cámara de Cuentas, el organismo que le sirve a ese poder del Estado como soporte técnico para ejercer su papel de fiscalizador del Presupuesto General del Estado.

El Congreso Nacional acaba de concluir la escogencia de los miembros de la Cámara de Cuentas, el organismo que le sirve a ese poder del Estado como soporte técnico para ejercer su papel de fiscalizador del Presupuesto General del Estado.

Primero la Cámara de Diputados, tras un largo proceso de entrevistas, envió un listado con los nombres de los candidatos para que el Senado, el ente constitucional facultado para hacer la escogencia definitiva, hiciera la selección, la cual realizó finalmente el pasado miércoles.

El staff estaría listo de no haber sido porque uno de los designados rechazó, alegando que se le degradó. Puede que su argumento sea real, pues él era vicepresidente de la dirección colegiada saliente y en la entrante quedaba como un miembro más. Válido o no el argumento, lo cierto es que la membresía está incompleta y el Senado ha dicho que la completará esta semana, escogiendo a uno de los candidatos evaluados que no fueron seleccionados. Así debe ser.

Pero lo más importante no es solo completar el staff directivo de la Cámara de Cuentas. La institución, que es el brazo técnico y legal para el Congreso Nacional hacer su papel de control fiscal del Poder Ejecutivo, tiene retos por delante, acciones que emprender, iniciativas por adoptar para desempeñar su rol de velar por la eficiente y correcta ejecución del Presupuesto, el principal instrumento de desarrollo que tiene el país.

Para cumplir esa misión la Cámara de Cuentas debe ser objeto de una revitalización institucional, de forma tal que su principal instrumento de acción, las auditorías, no se limite a acciones extremadamente selectivas y dilatadas. Revisiones más abarcadoras y constantes son un buen mensaje para que quienes manejan recursos públicos, sea desde funciones oficiales o desde organizaciones sin fines de lucro o desde partidos políticos reconocidos, sepan que son vigilados y que deben usar con transparencia y honestidad esos recursos que son del bien común.

Claro está que para hacer un buen trabajo, la Cámara de Cuentas necesita también adecuados recursos tanto financieros como humanos y tecnológicos. De lo contrario, será un órgano condenado a hacer más de lo mismo: un número limitado de auditorías que de poca cosa sirven.

El reto de las nuevas autoridades es hacer de la Cámara de Cuentas un órgano creíble y hasta temido. l

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