LA PAZ — Una pelota de trapo, unas abarcas de niño y camisetas que algunos famosos jugadores le regalaron a Evo Morales son algunos objetos que exhibe el ostentoso museo que el mandatario inauguró el jueves en su natal Orinoca, una aldea rural en el desierto altiplánico.
La obra de más de siete millones de dólares, construida en 10.800 metros cuadrados, contrasta por su lujo y tamaño con las casas pobres que la rodean. Es el museo “más grande y moderno de Bolivia”, según dijo la ministra de Culturas, Vilma Alanoca.
Se llama Museo de la Revolución Democrática y Cultural, pero la oposición política lo ha bautizada como “museo de Evo”, y ha cuestionado la obra por su costo y ostentación.
En sus tres bloques dispone de salas interactivas y exhibiciones digitales que recogen la historia y las luchas desde los más antiguos pueblos que habitaron el territorio boliviano, pero el centro de atención es el espacio que recoge objetos personales, regalos y el legado de Morales desde que llegó al poder en 2006.
Retratos personales, títulos Honoris Causa que le confirieron diversas universidades, bustos tallados en piedra, pantallas interactivas con sus giras mundiales, discursos en foros internacionales, fotos con líderes del mundo, trofeos de fútbol, zapatos, cuadernos escolares y hasta la trompeta que Morales tocó en una banda de música durante su juventud, todo eso está en las salas de exhibición.
El gobernante se emocionó hasta las lágrimas en la inauguración el jueves en la tarde en medio de una fiesta de bandas y danzas folclóricas a la que se dieron cita autoridades, diplomáticos, partidarios y jefes militares. Morales recordó su infancia en los pajonales de la puna y mandó tocar a una banda temas de su adolescencia en Orinoca, un pueblo a 280 kilómetros al sur de La Paz donde viven 700 personas —de las cuales 90% es pobre— y siguen cocinando a leña.
“Esta fecha marcará la historia; este museo es patrimonio de los que lucharon por la liberación de nuestro pueblo. Somos hijos de grandes guerreros”, dijo el boliviano.
Su vicepresidente, Álvaro García, calificó de “racistas” y “agentes del imperio” a los detractores de la obra. El diputado opositor, Gonzalo Barrientos, tildo al edificio de “despilfarro”.
Los pobladores de Orinoca sienten orgullo de su hijo predilecto y del nuevo edificio, pero esperan que el museo se vincule a un circuito que atraiga turistas para mejorar su pobre economía vinculada al cultivo de la quinua, papa y la cría de llamas.
Con once años en el poder, Morales es el primer presidente indígena que además ostenta uno de los mandatos más largos. Su gestión coincidió con la mayor bonanza que conoció Bolivia por los altos precios de los minerales y el gas natural, cuyo auge terminó en 2014. Ha sido elogiado por su buen manejo de la economía, que la he permitido sacar de la pobreza a casi un millón de los diez millones de habitantes, pero también ha sido criticado por sus obras faraónicas, entre ellas, un nuevo palacio presidencial de 20 pisos que está construyendo por un costo de 33 millones de dólares.
La popularidad del mandatario se ha visto mermada últimamente por escándalos de corrupción, el deterioro económico y su proyecto de reelegirse a un nuevo mandato a pesar de que un referendo celebrado hace un año rechazó esa posibilidad.