La saga de Bernardino – 1

Los problemas o resentimientos de Trujillo con los Estados Unidos tuvieron resonancia no solamente en los dos países directamente involucrados, sino que otros, como España, también se manifestaron en respaldo a la República Dominicana, es decir,&#8230

Los problemas o resentimientos de Trujillo con los Estados Unidos tuvieron resonancia no solamente en los dos países directamente involucrados, sino que otros, como España, también se manifestaron en respaldo a la República Dominicana, es decir, a Trujillo.En esta Página reproducimos un artículo publicado en la revista española La Semana, Madrid, que apareció el 29 de julio de 1958 y que se insertó en El Caribe, el 4 de agosto de ese año, pág. 9.

Sobre este artículo, es necesario hacer varias acotaciones. En 1958, el gobernante de España era Francisco Franco, generalísimo como Trujillo, quienes eran grandes amigos. En julio de ese año el presidente de Cuba era Fulgencio Batista, y posiblemente los parlamentarios norteamericanos a los cuales se refiere el señor Revesz sean los que se opusieron a que se le diera el título a Ramfis de la academia militar de Texas, y que presionaban para que se investigara la desaparición de Galíndez en Estados Unidos, y la desaparición del piloto Gerald Murphy, que se produjo mientras estaba en República Dominicana y cuyos restos jamás fueron encontrados. Pero, cabría preguntarse, qué habrá querido decir el autor del artículo al indicar que la indisposición entre Estados Unidos y República Dominicana se debía a un motivo “de escasa” importancia, qué querrá decir que desde 1927 la República Dominicana “ha crecido en proporciones americanas”, y cuáles serían las “nimiedades de carácter chismoso”. ¿Sería la relación de Ramfis Trujillo con Zsa Zsa Gabor?, porque todas las otras cuestiones no son simples chismes, son asuntos de gran importancia política, muchas de las cuales siguen investigándose hasta el día de hoy.

En esta semana incluimos parcialmente, el artículo que Bernardino tituló “Batista venía conmigo”, (nota de la página: Aridio Batista Durán), que se publicó en El Caribe el 10 de agosto de 1958, y el cual inicia dando las gracias a los amigos que lo felicitaron por su artículo “Por qué escupieron a Nixon”, que esta Página reprodujo en las semanas anteriores. Tratamos de determinar los nombre de los felicitantes, pero esa información no se publicó.

A continuación incluimos el artículo de la revista La Semana, y luego los primeros párrafos del artículo de Bernardino.
Juicio español
La Semana, Madrid, 29 de julio de 1958.
Tirantez con Washington
Andrés Revesz
Si no nos equivocamos, es por primera vez que hablamos en estas columnas de la República Dominicana. Las mujeres honestas y los pueblos felices. O los países prósperos y tranquilos que no tienen historia. Seguramente no se hubiera presentado motivo para hablar del país antillano sin la reciente tirantez con los Estados Unidos, por un asunto de escasa importancia en cuanto a la política internacional, aunque suficiente para herir la susceptibilidad de los dominicanos. La mejor prueba de ello es que la República ha renunciado en el acto a cualquier apoyo financiero de los Estados Unidos, varios de cuyos parlamentarios tienen un talento especial para molestar a los amigos probados de su país. Se objetará que la economía de la República depende de Norteamérica. En absoluto. En el resumen que publica en su libro sobre la América Latina John Gunther leemos que si bien el principal producto de Santo Domingo es el azúcar, como en Cuba (y no el tabaco), el cliente de ésta es Norteamérica y de aquél la Gran Bretaña, lo que representa una importante ventaja en cuanto a la libertad política. Ahora bien, para moverse con entera libertad es necesario también no deber nada a nadie, y éste es el caso de la República antillana. En su obra Repúblicas centro y sudafricanas, Melchor Fernández Almagro escribe: “La República Dominicana ha podido hacer frente a la necesidad de restaurar en todos sus órdenes la vida nacional, gracias a la abundancia de los recursos naturales, a la gestión presidencial del Generalísimo Trujillo y al esfuerzo general. La Exposición del 5 de mayo de 1927 representó, ante todo, un “estado de voluntad colectiva.” Se comprende que desde la lejana fecha indicada, la prosperidad haya aumentado en proporciones “americanas”, los Estados Unidos, que tan pocos amigos verdaderos han logrado conservar, harían bien en no fijarse en nimiedades de carácter chismoso y enjuiciar la política de los gobiernos cuya colaboración necesitarán temprano o tarde.

Artículo de Bernardino:
Batista venía conmigo
Doy las gracias por esta mediación a todas aquellas personas que me honraron con sus felicitaciones con motivo de mi artículo “Por qué escupieron a Nixon”.

Ahora me encuentro monte adentro, en los linderos de mi Rancho, sembrando pangola. Estoy rodeado de peones. Sí, de ingenuos trabajadores campesinos; unos chapean, otros cortan pangola para la siembra, mientras otros riegan la yerba en los surcos abiertos en la tierra por los arados que manejan los gañanes (nota de Retro: labriego, peón). Estoy muy quemado por el sol y tengo la barba crecida, pues son muchos los días que llevamos sembrando la prodigiosa yerba.

La vida es muy agradable monte adentro, si a uno le gusta el campo, y se “amaña” a las maneras campesinas. El paisaje siempre es encantador, y los aguaceros torrenciales de agosto, y fines de julio, resultan ser nuestras mayores diversiones.

Los peones cuentan sus historias entre sí, mientras trabajan. El canto de los gañanes y arreadores es a veces interrumpido por la copla típica del trabajador campesino, y el coro de los demás no se hace esperar. Todo, absolutamente todo, es más agradable que salir a la carretera. Es decir, a la civilización, donde, las más de las veces, se expone uno a verse atropellado por un abogado estafador, de La Romana, o por un chofer borracho, manejando una camioneta de la Campaña Garrapaticida, dentro de un corral de vacas lecheras.

Pero, bien, dije en uno de mis artículos anteriores, que “causar enojo a mi Generalísimo, es como causarlo a mí”, y, por eso, aquí estoy, en mi residencia de mi Rancho, en la carretera, para contarles a mis lectores una historia, la cual es verídica, pues de lo contrario sería cuento, y yo no soy Juan Bosch, sino Félix Bernardino.

Continuará la próxima semana.

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