Obelisco Hembra

Por el “Obelisco Hembra” salían los jonrones hacia el mar en la época en que el Memphis vigilaba callado y encallado y cuando tuvimos un presidente norteamericano llamado Harry Shepard Knapp representando al presidente Woodrow Wilson. Era la Era,&#8

Por el “Obelisco Hembra” salían los jonrones hacia el mar en la época en que el Memphis vigilaba callado y encallado y cuando tuvimos un presidente norteamericano llamado Harry Shepard Knapp representando al presidente Woodrow Wilson. Era la Era, que apenas tenía 10 años y después que Tomás Hernández Franco escribiera “La más bella Revolución de América”. La importancia de ese monumento es que en ese momento quedaba como testigo de que la República Dominicana cancelaba su deuda externa de unos US$9, 271, 855.55. Podría verse como una de esas excentricidades de Trujillo. ¿Pero por qué erigir un monumento para marcar el fin de una era de dependencias y amarres que venían desde que Ulises Heureaux había tomado aquellos préstamos para construir la famosa línea de tren que iba desde Sánchez (en la bahía de Samaná) hasta Puerto Plata, pasando por Moca, Tamboril, Santiago, Altamira? Ese préstamo, al igual que los intentos de vender la bahía de Samaná, fue el primer elemento para que desde el extranjero se sintieran con derecho a dominar nuestra nación. Fue ese el gran pretexto para ocupar el país en el 1916. La culpa era del “dictador y sanguinario” Ulises Heureaux. Mon Cáceres, que le sucedió hasta el 1911, no fue capaz de cumplir con los compromisos contraídos por los gobiernos anteriores. Todos sabemos cómo las aduanas pasaron a ser abusivamente controladas por los visitantes del 16. Ese control forzado duró 8 años. Ocho años de cobros que equivaldría a varias veces el monto adeudado. Por eso, Trujillo se apresuró a pagar hasta el último chele endeudado de manera que le asegurara no volver a tener “administradores” aduanales extraños.

Todo dominicano sabe lo que fue la Era de Trujillo, de una manera u otra.

En su delirio de grandeza Trujillo construyó El Puente Duarte, El Palacio de Gobierno, La Voz Dominicana, El Manicomio del 28, El Monumento de Santiago, El Obelisco “Macho”, etc.

intento por demolerlo

Desde hace mucho tiempo, se ha intentado demoler El “Obelisco Hembra”, (en realidad Monumento a la Independencia Financiera, construido por los arquitectos españoles Joaquín Ortiz García y Tomás Auñón Martínez e inaugurado un 29 de febrero de 1944), como si fuese un acto machista contra la feminidad. Porque en verdad, y haciendo la comparación, el obelisco macho, representa más la tiranía que el hembra puesto que él marcó el inicio de cambio de nombre de la ciudad. Ese obelisco recuerda el momento en que la adulonería se casó con la megalomanía para designar a Santo Domingo como Ciudad Trujillo. Ninguno de los dos debe ser destruido.

¿Tendríamos que derrumbar los dos “obeliscos”, el Palacio de Gobierno, el Monumento de Santiago, porque fueron construidos para satisfacer la megalomanía de Trujillo?
¿Deberíamos borrar el mural del Banco de Reservas de la Católica y de ñapa todos los otros murales de Vela Zanetti? Si aplicamos la misma lógica deberíamos derrumbar el Faro a Colón, un proyecto que hace homenaje al invasor que masacró a casi todos los aborígenes de la isla.

En la época de Chávez, una estatua a Colón, en Caracas, fue destruida por considerarse una aberración. Colón, decían los derrumbadores, era un ladrón y por tanto no merece una estatua.

En España casi todas las estatuas de Franco han ido desapareciendo a pesar del Partido Popular de Rajoy. Pero cuidado, que no es lo mismo una estatua a Franco por su “buena gestión” que un monumento u obra realizada en su gobierno. De hecho, todas las estatuas a Trujillo fueron destruidas cuando cayó la Era.

En Santo Domingo arrastramos una cuestión de institucionalidad con respecto a la “administración de obras de arte públicas” (estatuas, bustos, monumentos, etc.) porque eso es y debe ser, por lógica, atributo, función del Ministerio de Cultura.

Un reclamo

Ni el Ayuntamiento, que está para velar por la limpieza de la ciudad, ni la Policía, ni ningún sindicato ni embajada, puede andar por ahí colocando “obras” de arte de manera medalaganaria. Para eso está el Ministerio de Cultura quien de manera profesional, debe saber dónde y qué colocar. No puede ser un carajo de la vela que quiera sembrar de toros la ciudad colonial porque sea amigo de un escultor que los haga. Menos que alguna embajada quiera erigir una escultura de la pareja perfecta, del amor perfecto, etc. Por esa política medalaganaria se buscó a un escultor de figuras abstractas para hacer aquel horrible busto a Don Juan y que duró algún tiempo frente a la Biblioteca Nacional. ¡Ni el Dumbo de Disney tenía las orejas tan grandes!

¿Había que demoler el Jaragua porque ya era obsoleto y porque fue Trujillo quien lo hizo? La lucha por impedirlo fue titánica. Los millones le pasaron por encima al arquitecto Emilio Brea, cuya única intención, era conservar el patrimonio cultural. Con ese mismo empeño trabajó para impedir que se destruyera el mismo “Obelisco Hembra”.

Recomendación

En Santiago tumbaron la casa del pintor Yoryi Morel y nadie dijo nada y harán lo mismo con la de Tomás Morel, su museo folklórico situado en la Restauración.

Serrulle arrasó con el último vestigio arquitectónico de los inicios de Santiago, aquella casa de Los Pepines que sobrevivió al incendio de 1863, perteneciente al general restaurador Teodoro Gómez.

Todo eso es parte de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural y Trujillo es parte de nuestra historia que no se puede borrar. Su paso por la historia debe ser explicado debidamente para que no vuelva a ocurrir una tiranía similar.

Un gran error fue saquear los locales del Partido Dominicano. Hoy conociéramos más las interioridades de los trujillistas si sus archivos hubiesen sido salvados.

Si se quiere hacer un monumento, una escultura a los héroes de abril, a los “gavilleros”, que se exponga como necesidad de rendirle homenaje justo con los criterios profesionales del Ministerio de Cultura, de manera que se evite un adefesio panfletario y arcaico.
Que se ubique un espacio-plaza sin tener que demoler la historia.

Control
Todos sabemos cómo las aduanas pasaron a ser abusivamente controladas por los visitantes del 16. Ese control forzado duró 8 años”.

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