El gobierno de Danilo Medina ha dado algunos pasos positivos en materia de política social que merecen ser reconocidos y estimulados. Ciertamente han sido insuficientes porque, para empezar, el aumento del gasto social como proporción del PIB ha sido pequeño y casi todo es explicado por el financiamiento para la educación pre-universitaria. En el trienio 2013-2015 el gasto social fue equivalente al 8.3% del PIB comparado con un 7.2% en el trienio 2010-2012 para un incremento de sólo 1.1% del PIB. El financiamiento no lo es todo, pero es un componente indispensable y dicta cuán lejos se puede llegar especialmente en materia de cobertura de servicios básicos como educación y salud. Adicionalmente, no está del todo claro que las intervenciones que ha impulsado formen parte de un esquema plenamente integral y coherente de política social.
No obstante, han sido iniciativas que se han movido en la dirección correcta y deben servir para dos cosas. Primero, para ayudarnos a entender que es posible lograr cambios, que tenemos la capacidad para empezar a “mover la rueda”, y que no estamos condenados a tener una mala política social. Segundo, para reconocer en el alcance de esos cambios nuevos puntos desde los cuales transcenderlos.
Sin dudas, lograr esto depende de los recursos disponibles y de asegurar una adecuada financiación pública para los servicios sociales, acrecentando los recursos de que dispone el Estado, pero también reestructurando el gasto a favor de los servicios sociales. Pero, como se ha dicho tantas veces, reducir las resistencias a que pongamos más dinero en impuestos para financiar colectivamente estos servicios pasa por demostrar mucho más de lo que hasta ahora se ha demostrado, y augura una dura batalla por un acuerdo fiscal amplio.
Pero independientemente de eso, hay al menos cuatro áreas de políticas en las que el Gobierno ha puesto empeño o que tiene resultados que mostrar, y cuyos objetivos e instrumentos merecen ser repensados para nuevas etapas.
El primero es el Plan Nacional de Alfabetización “Quisqueya Aprende Contigo”. Todavía no logra erradicar el analfabetismo, probablemente debido a que a medida que se reduce el número de personas analfabetas, más difícil es encontrar las que quedan y persuadirlas para que participen. También es posible que el número inicial de personas analfabetas haya sido subestimado. Aunque el reto inmediato es terminar la tarea, una vez concluya hay que lograr que no se retroceda, lo cual depende de la capacidad del Ministerio de Educación para identificar y “perseguir” activamente a niños, niñas, adolescentes y personas adultas en riesgo de no alfabetizarse, para reclutarlas y para impedir la deserción. Esas capacidades hay que construirlas o fortalecerlas.
El segundo la educación básica y media. Una vez se vaya concluyendo el Plan de Edificaciones Escolares, el reto es aumentar significativamente la cobertura en educación inicial y media, terminar de universalizar la cobertura en educación básica, y mejorar la calidad. El modelo de tanda extendida puede ayudar para matricular y retener estudiantes, pero manejarlo adecuadamente es muy costoso y los retos organizativos y logísticos son muy grandes. Eso implica empezar a convertir el gasto en inversión física (aulas) en gasto e inversión en las personas y en los procesos como en los salarios y el aprendizaje de maestras y maestros, en reforma curricular y en evaluación de desempeño.
El tercero es el Plan Quisqueya Empieza Contigo que promueve la atención integral a la primera infancia (hasta los cinco años de edad). No hay manera de sobrestimar la importancia de este tipo de intervenciones que ven a la infancia de manera comprensiva. El énfasis ha sido puesto en la construcción de estancias infantiles y en algunos elementos institucionales y regulatorios. El reto es ponerlas a funcionar, hacerlo con calidad, y articularlas adecuadamente con el sistema de la seguridad social. El régimen contributivo consigna recursos para ello, pero poco para hacer cumplir ese mandato de ley.
El cuarto son las transferencias monetarias condicionadas. Aunque allí ha habido innovaciones, sus alcances han sido limitados. Hay que aumentar las transferencias, aun sea selectivamente, porque su poder de compra ya es muy bajo. Pero lo más importante es trascender el esquema actual y poner el programa a trabajar para ampliar y mantener la cobertura en la educación media porque es allí donde hay mucha deserción, y para aumentar la cobertura del esquema completo de vacunación, la cual sigue siendo baja. Antes que transferir dinero, esos tipos de objetivos deben ser los principales.
Una parte importante del debate electoral debiera estar girando alrededor de temas como estos, y las diferencias deberían darse alrededor de cómo lograr este tipo de objetivos.