Comida en la escuela: ¡Un palo!

En Lingüística se considera lo denotativo y lo connotativo de una expresión. Lo denotativo está asociado principalmente a su significado lexicográfico, por ejemplo, un palo, de acuerdo al diccionario es un trozo de madera más largo que grueso…

En Lingüística se considera lo denotativo y lo connotativo de una expresión. Lo denotativo está asociado principalmente a su significado lexicográfico, por ejemplo, un palo, de acuerdo al diccionario es un trozo de madera más largo que grueso y generalmente de forma cilíndrica y fácil de manejar; su significado de acuerdo al diccionario es además un golpe que se da con un trozo de madera de ese tipo.

Lo connotativo tiene que ver con el contexto, en Lingüística se le llama
Pragmática. Pedro Henríquez Ureña trata, con la maestría en que incursiona en el lenguaje, la diferencia entre el lenguaje culto y el lenguaje popular y los coloca como niveles del habla. Y precisamente en el lenguaje popular dominicano lo connotativo de ¡Un palo! Que cualquier dominicano lo entendería sin ninguna dificultad, corresponde a haber conseguido algo que positivamente nos agrada tanto, que realmente nos impresiona.

Una familia de clase media que tenga inscritos a sus tres hijos en una escuela que le provea desayuno, almuerzo y en la tarde una merienda fuerte que equivale a una cena, ha dado ¡Un palo!

Una madre soltera que tenga su niña de tres años en una estancia infantil y su hijo de 12 años en una escuela de jornada completa, donde les dan desayuno, comida, almuerzo y en la tarde una merienda fuerte que equivale a una cena, también ha dado ¡Un palo! Si además se asegura que antes de regresar a los hogares las y los estudiantes hayan realizado sus tareas con la supervisión de profesoras y profesores, las madres y/o padres no tendrían una carga adicional, y como sucede en muchos casos, se ahorran la angustia de no poderlos ayudar pues no tienen la adecuada preparación académica.

Pero volvamos a la comida, tanto la madre soltera como la pareja de esposos de clase media, se están ahorrando una importante proporción de lo que gastaban para proveer alimentos a sus hijas e hijos.

Desde el Plan Decenal de Educación 1992 se comprendió que si se aspira a una educación de calidad, no puede estar al margen de dicho propósito el impactar desde la escuela las condiciones de vida de las y los estudiantes; de ahí que desde el Anteproyecto de Ley General de Educación de entonces, se contemplara un incremento de la inversión en educación que favoreciera tan importantes acciones y que al respecto se creara además el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil para su efectiva gestión. Hoy es justo reconocer que se ha avanzado y que la comida en la escuela es… ¡Un palo!

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