El levantamiento de viviendas o centros comerciales en tierras con vocación agrícola se acentúa cada vez más en República Dominicana y abre la interrogante de si en algún momento esto podría poner en peligro la seguridad alimentaria. El fenómeno no es exclusivo de un punto geográfico. Si usted transitó hace varios años las provincias del Cibao, del Sur o del Este, es muy probable que si regresa ahora se encuentre con el problema descrito. ¿Hasta dónde aguantará el país que se sigan usando para actividades distintas las tierras que son para generar los alimentos de la población?, se preguntan algunos conocedores del tema, productores y entidades de la sociedad civil. Y advierten que “de no establecerse ciertos controles o regulaciones, nos arriesgamos a depender de las importaciones en el futuro”.
Hasta el momento, República Dominicana produce el 85% de los alimentos que consume, de acuerdo a informaciones ofrecidas por agencias estatales y organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que han abordado el tema. Los dominicanos son, por ejemplo, autosuficientes en arroz y las tierras son capaces de aportar vegetales, musáceas, granos y de acoger ganado, entre otros. Se ha asegurado, incluso, que hay capacidad para alimentar unos 20 millones de personas, pero al ritmo que avanza el crecimiento de la población, si los terrenos se agotan, la historia podría ser otra.
En el sector Los Castellanos, de San Francisco de Macorís, un proyecto que el Instituto Agrario Dominicano (IAD) entregó en la gestión del extinto presidente Antonio Guzmán Fernández, a más de 30 parceleros, los predios en gran medida pasaron a ser un poblado, con casas, colmados y otras estructuras levantadas. Son terrenos de excelentes condiciones para la producción de plátano, yuca, tabaco, berenjena, ajíes, batata, ñame, auyama, molondrones y otros rubros de alto consumo en esa zona y el país. Como ese hay muchos casos para citar.
“En Salcedo, en Tenares y en Moca está ocurriendo eso y es preocupante”, advierte Ysócrates Peña Reyes, director del Consejo Regional de Desarrollo (CRD), de la Región Nordeste. Sin embargo, el representante de la organización aclara que en la provincia Sánchez Ramírez, en María Trinidad Sánchez y en el municipio de San Francisco de Macorís el impacto no ha sido tan elevado como en otras partes. Eso que dice Ysócrates no significa que algunos terrenos no hayan entrado en el círculo descrito, y actualmente se observen en ellos algunas obras.
El representante del CRD aprovecha la conversación con este diario para recordarle al Gobierno que es importante la construcción de la avenida de circunvalación de San Francisco de Macorís para determinar y establecer el control del crecimiento natural de la ciudad. “Es un pedido que hicimos hace mucho y del que esperamos una respuesta positiva. Es importante que eso se haga para evitar algunos contratiempos que hay en otras ciudades del territorio nacional”, indica.
Mientras, el economista, productor de arroz y experto agrícola Frank Tejada sostiene que aunque lo que ha estado ocurriendo con las tierras dominicanas ocurre también en otras naciones, aquí pudiera existir mayor control, si el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo hiciera el trabajo para el que fue creado. “Ellos, en el Ministerio de Economía tienen buenos técnicos, pero no trabajan”, sostuvo Tejada cuando hablaba con elCaribe por teléfono.
Cuidado con matar la buena gallina
El economista Tejada dijo que en Constanza, que es un valle muy productivo, se está construyendo, “y es una pena porque esa zona tiene un microclima de primera que no lo tiene otro sitio en el país”. De Constanza sale un alto porcentaje de los vegetales que consume la población.
Tejada no esconde la preocupación por el hecho de que tierras con condiciones para generar alimentos se desaprovechen. Su preocupación es valedera. Frank Tejada prácticamente “echó los dientes” dentro de una finca de arroz de su padre Alberto Tejada, que le enseño a “bregar” con la actividad en sus propiedades de Bacumí, El Limoncito, Remolino y otras áreas, en la provincia Sánchez Ramírez. “En la entrada de Santiago está pasando lo mismo; si recorres a Mao verás que allí se está dando igual. Es un problema del mundo, pero aquí pudiera controlarse un poco si hubiese un Ministerio de Economía fuerte que hiciera las planificaciones”, planteó. Como fórmula para controlar la situación sugiere que las personas que forman las comunidades se organicen entre sí y determinen qué hacer en cada caso y pensando en el crecimiento”.
Radio amplio que debe ser visto con atención
En la zona de Higüey, provincia La Altagracia, de acuerdo a testimonios de algunos de sus residentes, la transición de tierras agrícolas hacia tierras para hacer poblados o urbanizaciones se ha dado en Mata Chalupa, El Cerro y La Otra Banda. En Peravia no están ajenos al fenómeno, y eso es comprobable cuando se recorren trayectos en dirección hacia Sombrero, Matanzas y en Paya. Juan A. Bayona (Ganzo), encargado de Mercadeo de La Federación de Campesinos Banilejos (Fecaba), dice que le preocupa que el país se vaya quedando poco a poco sin producción. La preocupación de Ganzo se sustenta cuando se observa el sector Washington, de Baní, donde unas 700 u 800 tareas que antes se cultivaban de productos diversos, actualmente están llenas de casas, algunas a orillas del Canal Marcos A. Cabral. Otras áreas ocupadas, actualmente pobladas, son La Barbita, Los Quemados y La Berma. En unas hay casas de lujos y en otras no.
Peravia se caracteriza por poseer tierras fértiles para el cultivo de cebolla (rubro en el que la provincia tiene gran fortaleza) ajíes, berenjenas, lechosa, así como para pasto ganadero.
“Alguna autoridad tiene que ir mirando esto que está pasando antes que sea tarde”, advierte Ganzo. Se refiere al CEA o al IAD. En Batey 8, provincia Independencia se conocen también algunas propiedades donde antes había variados cultivos y hoy se observan en ellas, por ejemplo, algunos centros educativos y proyectos habitacionales.