Santo Domingo tenía sed de Jorge Drexler

…y fue saciada, porque la presentación del cantautor uruguayo la noche del sábado podría definirse como un compendio exquisitamente seleccionado para el público dominicano. Èl mismo lo dijo: “hemos tenido que cambiar algunas cosas de esta…

…y fue saciada, porque la presentación del cantautor uruguayo la noche del sábado podría definirse como un compendio exquisitamente seleccionado para el público dominicano. Èl mismo lo dijo: “hemos tenido que cambiar algunas cosas de esta gira, porque sabemos que hay muchas canciones que ustedes tienen ganas de escuchar”, dijo para referirse a la inclusión de temas de pasadas producciones que nada tienen que ver con “Bailar en la cueva”, nuevo disco y nombre de la gira que lo trajo hasta aquí.

Fue así como trajo de vuelta aquellas canciones pero con un nuevo ritmo. ¿La idea? Poner a sus fanáticos a bailar. Porque es que Drexler está contento, porque ha aprendido a bailar hace pocos años y su más reciente producción es una deuda personal, una búsqueda y deseo de experimentar cosas nuevas, como dijera recientemente en una entrevista.

Entonces, el espectáculo inició así: Alex Ferreira, artista dominicano, salió al escenario pasados unos minutos de las 8:00 p.m. El público de de Ferreira no es una gran masa pero son fieles seguidores que corearon cada uno de los temas que tocó junto a su banda. Antes hubo oscuridad en el escenario y sonaba “Twisted Nerve” de Bernard Herrmann, utilizada por Tarantino en Kill Bill…¿Habrá sido una manera de invocar a la expectación? Quizás.

Luego de dos piezas, el saludo caribeño a sus compatriotas que fueron a verle, el placer de tocar nuevamente en Santo Domingo y que esta vez sea junto a Jorge Drexler. Alguien le grito que el sonido estaba altísimo y era verdad; el pequeño estruendo impedía entender la letra de casi las diez canciones que agotó Alex en su turno.

El público se emociona, ha sido larga la espera. Jorge Drexler y sus músicos se presentan con un baile y ¡comienza la fiesta! Antes Ferreira advertía que sería una noche larga, y lo fue. La primera del temario: “Bailar en la cueva”, luego “Esfera”, Medio de Transporte, “Cái creo que caí” –compuesta para los carnavales de Madrid, 2013-, “Las transeúntes”…el cantante es muy locuaz, hace pausas frecuentes para conversar con su público que le grita cosas y él les responde. Es un contador de historias por eso introduce a una buena parte de las piezas antes de tocarlas. El público le pide y pide y él dice que más tarde complacerá.

Se ríe cuando le habla al auditorio, pide disculpas por no venir antes, que “había estado esperando el momento con ansias, que hacía mucho que quería venir”. Consciente de la deuda y las ansias de los seguidores por escuchar aquellas canciones viejas, reveló la historia de Mabel, escrita en “Luna de espejos”. En ese momento la sala Carlos Piantini del Teatro se transformó en una pista de baile porque Jorge había invitado a las parejas al movimiento. Toda la noche Drexler mostró su mundo, nos hizo parte de él, nos dejó ver cuánto le importa el universo, la metafísica, los versos y el ser humano como parte de todo. Para ello se apoyó en una bola de disco y juego de luces que simulaban unas veces la galaxia y otras a electrones.

El encuentro se alargaba. “Tengo ganas de cantarles muchas canciones”, dijo y se complació. “Don de fluir”, “Guitarra y voz”, “Al otro lado del río”, “Universos paralelos”, “Todo se transforma”, “Luna de Rasquì”…Drexler se propuso saciar a todo aquel que tenía sed.

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