Patronato es luz para los ciegos

Durante medio siglo, el Patronato Nacional de Ciegos ha sido una luz en medio de la oscuridad para las personas con discapacidad visual, brindándoles la oportunidad de habilitarse e insertarse en una sociedad que todavía no ha avanzado lo suficiente&#82

Durante medio siglo, el Patronato Nacional de Ciegos ha sido una luz en medio de la oscuridad para las personas con discapacidad visual, brindándoles la oportunidad de habilitarse e insertarse en una sociedad que todavía no ha avanzado lo suficiente hacia la inclusión de los ciegos en sus distintos estamentos.

Esta institución sin fines de lucro, fundada por el ingeniero Rafael Aguayo y Tancredo Aybar Castellanos, el 5 de noviembre de 1964, ofrece un conjunto de servicios de rehabilitación a las personas ciegas o con baja visión, para que logren la anhelada autonomía personal, integración familiar, social y laboral.

Su presidenta, Josefina Morfa, señala que la labor del Patronato ha supuesto un gran esfuerzo, trabajo y entrega por parte de los directivos, empleados y donantes afiliados, que han apoyado la labor que realizan. “Sólo así se llega a 50 años de labor ininterrumpida, siempre ampliando los servicios a nivel nacional y superándola, abriendo más escuelas”, destaca. Cada año alrededor de 450 personas completan un ciclo formativo que les permite reescribir su historia de vida, aprendiendo a aceptar su discapacidad y a valerse por cuenta propia a través del aprendizaje de un oficio productivo.

Morfa explica que el proceso comienza con una evaluación oftalmológica para determinar si todavía existe la posibilidad de que la persona pueda recuperar la visión a través de una cirugía. De no ser así, el paciente se remite al área de rehabilitación, donde un grupo de profesionales tiene la responsabilidad de iniciar un proceso psicológico y de enseñanza integral, que en principio traslada a una visitadora social hacia el domicilio del discapacitado para verificar sus condiciones socioeconómicas. Allí se les enseña cómo usar el bastón y a valerse por sí mismo dentro y fuera de su casa, para que posteriormente pueda trasladarse hacia el Patronato para las siguientes clases.

El edificio que aloja el Patronato Nacional de Ciego, en la calle Correa y Cidrón, en la Zona Universitaria, del Distrito Nacional, cuenta con aulas para la enseñanza de Braille, de informática adaptada a los ciegos y clases de manualidades.

También tiene un consultorio médico y una especie de mini apartamento, en el que los ciegos aprenden a cocinar, a usar el teléfono, a lavar su ropa y demás quehaceres del hogar como una forma de que adquieran la mayor autonomía posible.

El Patronato también dispone de un pequeño comedor, en el que los participantes de los distintos programas reciben gratis el almuerzo diario, gracias a las donaciones del comedor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

“Los niveles de rehabilitación no son iguales, porque por ejemplo, una cosa es un campesino que lo que quiere es pararse de la silla que no ve y no puede salir, y otra cosa es el muchacho joven que quiere ir a la universidad. Entonces nos adaptamos a ellos. Después que se rehabilitan, tú los ves yendo a todas partes, en el Metro, en el carrito público”, afirma Morfa.

Masajes con “Tacto”

Pero sin dudas, una de las clases que mayor éxito ha tenido es la de masajes.
Luego que técnicos japoneses entrenaran a un grupo de no videntes en estas artes orientales, el Patronato creó una especie de escuela, de la cual surgió el centro especializado Tacto, el cual ofrece al público siete clases de masajes: relajación, reducción, terapéutico, shiatsu, digitopuntura y drenaje linfático.

Bajo el lema “Cuidamos tu cuerpo punto a punto”, el Patronato aprovecha la capacidad de los ciegos, quienes al carecer del sentido de la vista desarrollan de manera extraordinaria el tacto.

Su capacidad es tal, que a menudo diferentes hoteles y spa le solicitan le recomienden egresados de la escuela.

Julia Asencio, quien viene todos los días desde San Cristóbal, donde tiene su domicilio, es una de las masajistas no videntes, que ofrece sus servicios en Tacto, quien asegura que su vida ha cambiado desde que aprendió este oficio.
“Desde que perdí la visión y me rehabilité comencé mi negocito, luego aprendí los masajes hace nueve años y todo cambió. Pude hacer mi casa y mantener a mi familia”, dice con orgullo.

Sus compañeros la definen como una persona de buen trato, cariñosa y amable. El centro tiene tanta acogida que durante la visita de elCaribe, todas las cabinas, donde aplican los masajes, estaban llenas y varias personas aguardaban su turno.

El costo de un masaje de 40 minutos es de RD$450 y se ofrecen tras concertar cita de lunes a viernes, en horario de 7:00 de la mañana a 8:00 de la noche.
La directora del centro especializado de masajes, Clara Cuevas, anunció que próximamente incorporarán una nueva área de estética.

Un presupuesto muy limitado

Pese a la prolífica labor que desarrolla esta institución en favor de los no videntes, recibe una subvención anual de apenas RD$8 millones, por lo que su presidenta aspira a que la misma sea aumentada a RD$12 millones.

El resto de aportes para el sustento de la entidad proviene de donaciones, así como de los ingresos del Centro de Masajes Tacto.

Al preguntarle sobre los retos que enfrentan los ciegos, Josefina Morfa responde que la situación de los no videntes es tan difícil como la que enfrentan los videntes, por lo que apela a la sensibilidad y solidaridad de la sociedad. “No es darles ni mantenerlos, es con acciones tan sencillas como que el Ayuntamiento y Obras Públicas adecúen las aceras para que ellos puedan circular”.

Actividades por el mes aniversario

Durante el mes de noviembre la institución que también extiende su campo de acción a varias provincias del interior del país, como Santiago, Barahona, El Seibo, Bonao, entre otras, celebra su aniversario con una serie de actividades pro recaudación de fondos.

El próximo 15 de diciembre se celebrará la graduación de los programas de masajes, informática y rehabilitación.

Ocupación aceras les impide circular 

Si la ocupación de calles y aceras dificulta la circulación peatonal de los videntes, el problema se multiplica para quienes no pueden advertir los obstáculos, como es la falta de tapas de alcantarillado. Otro peligro que enfrentan estos ciudadanos con el mundo exterior es el riesgo de ser atropellados por conductores que circulan a alta velocidad. Ejemplo de ello, son los constantes accidentes, que según aseguran, ocurren en las inmediaciones del Patronato. Su presidenta se queja de que en reiteradas ocasiones ha solicitado sin éxito a las autoridades la colocación de un semáforo o un reductor de velocidad en la intersección de la Correa y Cidrón esquina Huáscar Tejeda, para impedir que los alumnos sean embestidos por los vehículos que por allí circulan. Señala que en países desarrollados, incluso los semáforos emiten un sonido especial indicándole a los no videntes cuándo pueden cruzar. “A cada rato, los carros y las guaguas, les desbaratan los bastones, les pisan los pies, son muchos los accidentes que han ocurrido en esa esquina”, se queja Lorenza Espinal, una de las trabajadoras sociales. 

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