Carlos Morales Troncoso tuvo una vida exitosa, durante la cual fue bendecido por dones como la caballerosidad y la sencillez, que le permitirían recorrer caminos sin tener que adoptar poses que no le fueran propias. Pese a que se desarrolló en un medio social alto, supo relacionarse con todas las personas, sin considerar condición.
Graduado ingeniero químico y posteriormente en ingeniería del azúcar en la Universidad Estatal de Luisiana Louisiana State University, LSU, en 1962 y 1963, 20 años después estaba recibiendo un doctorado honoris causa en humanidades de la Chicago University.
De hecho, su paso a la vida pública se debe al reconocimiento como profesional, especialmente como técnico y gerente de la Gulf and Western Americas Corporation, luego Central Romana, empresa que presidió.
Aunque ya venía vinculado al ejercicio de la función pública como miembro de la Junta Monetaria, fue en 1986 cuando dio el salto a la política partidista, al ser nominado por Joaquín Balaguer como candidato vicepresidencial, función que desempeñó durante dos períodos, 1986-1990, 1990-1994. Alternó ese papel con el cargo de embajador en Washington desde 1989 a 1990. También fungió como director del Consejo Estatal del Azúcar (CEA).
Desde entonces se involucraría directamente en el partido de Balaguer, el Reformista Social Cristiano (PRSC), el cual presidió desde el 2009 hasta principios de este año. Con una personalidad apacible, obtuvo buenos resultados en la política. Con altas y bajas, logró conducirlo después de Balaguer, en tiempos muy difíciles, para una entidad acostumbrada a la férrea voluntad de un caudillo. Su temperamento igual le sirvió para guiarse con moderación frente a sus adversarios y para amansar a sus propios compañeros que a veces lo hostigaban.
Pero Morales Troncoso fue por sobre todo un hombre bueno, tranquilo, de familia, que sirvió en la función pública sin que nadie pudiera cebarse en su contra descalificándolo.
Con su fallecimiento, el país pierde a un ciudadano correcto.
Nuestro pesar a su familia entristecida. A su viuda, Doña Luisa, y a sus hijas, Nicole, Ivette, Michelle y Cecile.